lunes, 9 de enero de 2017

Perder el tiempo.

Dejar que se te caiga el tiempo del bolsillo,
que las horas se desdibujen del reloj,
que vuelen
como tú y yo.
Devorarlo hasta que se evapore el instante entre los dedos.
Y ya no queden días en el calendario
ni horas en el transcurso diario
de la afilada soga del deseo,
de la suave caricia de tus labios,
del ojalá eterno de tus besos.
Hoy quiero aprender a perder el tiempo.
A dejármelo en casa.
A no encontrarlo por ninguna parte.
A poner anuncios en las calles
firmándolos como amante del tiempo perdido,
si lo encuentran no me llamen.
He aprendido contigo que cada minuto que podríamos es un minuto avocado al suicidio.
Contigo siempre se puede.
Por eso he perdido el tiempo.
Y lo he hecho
porque ha merecido la pena
olvidarme
y dejar de saber
dónde está.
Ojalá perder siempre el tiempo
si se trata de ti;
contigo.

4 comentarios:

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