lunes, 10 de noviembre de 2014

Manual de supervivencia

Intenta aguantarlo, cierra los ojos y evadete. Evadete, eso es, crea un mundo al que el jamás pueda acceder. ¿Te duele? No llores. No puedes llorar, debes demostrarle a ese capullo que eres más fuerte que el, que puedes nadar hasta la superficie para coger aire. 
Cuando estés al borde de la muerte piensa en todas esas personas a las que abandonarás. Tus hijos, tus amigos...¿Vas a dejar que el gilipollas de tu marido les haga daño también a ellos?
Este infierno terminará. Te juro que terminará, sobrevive. Confío en que puedas hacerlo. 
¿Sabes la felicidad que le supondría acabar contigo de una vez? No se lo merece. No le des esa satisfacción. 
Joder, coge tus maletas y escapa. Escapa. No te rindas. 
Gánale el pulso a ese imbécil. Venga, tu puedes. Sigue subiendo, sigue subiendo. Casi puedes avisar la superficie. 
Cierra los ojos y regala puños ciegos, aunque sea al aire. Entrena tus sentidos, entrena tu cabeza. Podrá oscurecer el color de tu piel, hinchar tus ojos pero nunca podrá alterar tu verdadero yo. Vamos. Coge fuerza de donde no la hay. 
No se merece verte caer. No le des ese gusto, por favor. Hazlo al menos, para conservar tu orgullo.
Estoy viéndote renacer, estás renaciendo. Pronto verás el paraíso. Pronto.