viernes, 2 de enero de 2015

Dos gatos que se arañan

"Suspiro tras suspiro y copa tras copa, voy tratando de olvidarte, mientras tú me quitas el penúltimo aliento de mi débil boca.
El olor a tu perfume todavía me persigue, impregnado en mi ropa.
Los restos de un fuego apasionado grabados en mi memoria,
los besos y abrazos fugaces de nuestra historia.
El hito y mito de nuestro comienzo, de esta brillante oda.
Sigo atrapada en las cárceles de tus dedos, que acariciaban mi frente sudorosa,
tus ojos que encontraban a los míos, feroces y cabezotas.
Nosotros, que en un ardor apasionado nos dejábamos llevar por las notas,
por los filos salvajes y sangrientos que pasión denotan.
No comprendíamos qué éramos,
entendíamos que éramos seres marcados por la derrota
de tus manos solitarias,
del ruido del tacón desgastado de mis botas.
Jugábamos a ser dos gatos que se arañan y lo notan,
que lo sienten y no les importa.
El dolor era una cárcel. Una prisión caprichosa
enamorada del viento y de sus rezagadas hojas,
y del destino y de sus bromas.
De cómo mis labios estando separados de tu tez no te perdonan
el amargo placer que los recuerdos en ti evocan.
Porque sé que hay algo que todavía en tu pecho brota,
que halla sentimiento en esa especie de roca.
Porque te extraño, aunque sé que te ríes y te mofas
de que eche de menos tu extrañeza, de reírte de todo y de tus besos, la forma.
Aunque, me figuro que, de aquellas escarchadas gotas
que veíamos caer, temblorosas,
yo recuerdo cada detalle y tú, vagamente, las cosas."