lunes, 23 de febrero de 2015

I.


Memo- years&years



Con el sonido del piano acompasando sus movimientos, sus manos, sus dedos. Arañando con sutileza su espalda, mientras susurraba lágrimas de cristal. El sonido de su respiración se acrecentaba, poco a poco. Sentía que la pasión crecía con cada milímetro con el que deslizaba sus prendas hacia abajo. A punto de perderse, todavía ni se habían mirado a los ojos; sentían una conexión profunda. Un ligero fulgor chispeante electrizaba su piel.

La luz de las farolas de aquella ciudad, en aquella noche cargada de preocupación, no se comparaba con los destellos que desprendían aquellas cansadas y dilatadas pupilas.

No era amor, sino deseo. Un juego de colores solamente presenciado por aquellas paredes.

Un disco en el gramófono.

Un juego de sábanas improvisado. Del que se desprenderían al igual que de su ropa, de su vergüenza.

Se acariciaban, sin atreverse a pronunciar palabra que profanase aquella magia.



“En el precipicio, antes de tirarme. Pensaría en si estarías a mi lado cuando llegara al Cielo. Es cierto, quizás me esté enamorando, pero el sonido de las teclas de la máquina de escribir me invita a imaginarte, a recorrerte en los nervios más inexistentes de mi cerebro.

Es cierto, quizás me esté enamorando. No sé si me convienes; me atrevería a decir que nunca te hubiera elegido. Pero has conseguido atraparme entre los besos de tu laberinto, en este callejón sin salida.

Ahora que mis retinas no logran alcanzarte, cuando veo que te marchas. Y susurro tu nombre, entre suspiros que, cada vez, se escuchan más alto. Y más... y más. Quiero pedirte que vengas y me tengas, quiero pedirte que me poseas como si fuera un objeto. Porque entre las redes tan pausadas entre las que me has enredado, me quiero quedar; y quiero que me obligues a no deshacerlas.

Ahora, mientras espero que llegues, mientras deseo que vuelvas a sujetar mi torso como nunca antes y como si fuera la última vez que fantaseas con ello. Como si nunca más me volvieras a ver.

Mientras espero, te ruego que mi espera no sea en vano.

Ven ahora, te estaré esperando.”



Horas después, en el umbral de la puerta, había aparecido aquel resplandor calmo e inquietante, de suaves ojos iluminados por la luz de las velas que, cuidadosamente, había colocado en cada rincón de la casa, respirándose un aroma íntimo de rosa mosqueta.



Se acercó hacia él, suavemente, no dejando que se entreviesen sus verdaderas intenciones, las ganas que tenía de que su agitado corazón alcanzara el Nirvana.



La tomó despacio por la cintura, dominante, demostrando ser dueño y señor de cada centímetro de su blanca tez. Más pausadamente, apoyó su frente en la suya. La miró de forma intensa; dejó que ella respirase entrecortadamente una vez, al borde de las lágrimas. Entonces, deslizó la mano que sujetaba su cabeza hacia su espalda. Sus labios se encontraron en la oscuridad.

Ella, indefensa, como una mariposa en este bosque contaminante, sonrió tímida.

Él murmuró, entre silencios: “Qué pocas ganas de volver a verte”.

Una sonrisa torcida se adivinó en su rostro.



Y un movimiento sensual y tranquilo, casi pacífico, mental, físico, total; se proyectaba en las sombras, que observaban, con envidia por no tener rostro, la escena.



*ESTA ENTRADA TIENE CONTINUACIÓN. Estaba pensando en hacer una especie de novela corta, ¿qué opináis?*