domingo, 25 de octubre de 2015

Brindis

Tu olor se quedaba prendado en mi cuello cómo mis dedos en tu pelo, 
tu mirada se cristalizaba, se volvía hielo y el contacto de la mía derretía su tristeza. 






Tristeza soy yo. Tristeza es mirar en los ojos de la persona a la que quieres e intuir el adiós. 
Tristeza es un único billete de ida y la persona que se queda en la estación viéndote partir. 
Corazón, escribí tanto de ti que tu nombre quema mis papeles. Y en mi mente explotan los recuerdos cuándo son sobre tu boca. 
 El amor no se me da bien, contigo no pude conocerlo. 
Querer a ratos no es amor. 
Es, también, tristeza.
Me sientan mal los domingos, los domingos de niebla, las llamadas y que no sean tuyas. 
Me sienta mal la distancia y la compañía, cuándo no es tuya. 
Llevo sobre mis hombros el peso de la derrota, de que tu felicidad no sea conmigo ni de lejos, eso también es tristeza. Llevo sobre mis hombros el peso de esos vasos que no bebí contigo y ahora tu brindas con otras. 
De aquellos besos a prisa por los que no apostaste. 
Noches contigo de menos y dolor de más. 
Nuestras manos, nuestras lenguas, nuestras piernas entrelazadas. Y nuestros corazones tan lejos el uno del otro...
Tus "te quiero" no eran míos. 
Mis "te quiero" eran vacío y silencio. Pero sentimiento, pura tristeza. 
Me quedé con lo bueno y por eso hoy lloro. 
Ya nadie se acuerda de la lluvia de aquel agosto. A nadie le importan aquellos dos que se buscaban con las yemas de los dedos. 
A nadie le importa que no ha vuelto a llover tan bonito desde aquel día, que ahora la tormenta está dentro de mí. Y tu, demasiado lejos, demasiada tristeza. 
Ya nadie se acuerda de aquella canción que me recuerda a ti, de aquel poema que nos resume a la perfección...Que resume el caos que dejaste el mí en tu breve estancia. 
Ni siquiera a ti te importa que me este rompiendo por dentro, y que tus recuerdos sean las cuchillas con las que me estoy matando día a día. Noche a noche. Los puentes por los que me tiro cuándo reparo que esos recuerdos nunca volverán. Y al impactar contra el cemento, abro los ojos y no estás. 
Nunca estarás, vaya mierda de tristeza. 
Nunca ningunas manos me darán el mismo calor que las tuyas. 
Nunca ningunos ojos removerán tanto mi interior cómo los tuyos aunque ya no los recuerde. 
Nunca nadie me hará tan feliz cómo podrías haberme hecho tu, 
si hubieras
permanecido
a mi lado.