lunes, 22 de septiembre de 2014

Carta a mi fortuna

Me torturo a mi misma. Escuchando esa canción una y otra vez, a pesar de que las lágrimas resbalen a borbotones por mis mejillas y el sufrimiento a penas me deje respirar.
Todo ahora mismo parece conspirar contra mi. Hasta las estrellas parecen brillar menos desde que tu te has ido. Eres irrecuperable, no creo en la vida tras la muerte, por eso lo eres.
No logro ni fingir una sonrisa porque estoy demasiado dolida como para teatros.
Sé que te hubiera gustado verme triunfar pero no puedo.
Me limitaré a suspirar aunque no tenga motivo. A causarme estragos inarreglables.
Me limitaré a morir cuando llegue la hora, sin luchar por la vida.
He perdido las ganas de emocionarme con el arte. He perdido la ilusión de enamorarme y vivir experiencias nuevas.
Lo que duele inspira y aquí estoy. Con lágrimas en los ojos escribiéndote, y espero que te llegue a donde quiera que estés.
Intento contenerme cuando el dolor me llama. Intento aparcar mis sentimientos en una esquina y ponerme la careta de la felicidad.
No puedo, ¿Por qué no puedo?
No puedo porque no estás, no puedo soportar esta pérdida. Siento haber perdido la visión, siento haber perdidos los ojos porque eras tan necesario como eso.
Siento no habértelo dicho cuando estabas aquí, te hubiera gustado, muchísimo. Pero por aquel entonces no sabía lo que significaba estar sin ti.
Soy una melodía incompleta cuyas notas suenan viejas y gastadas.
No hay suficiente tinta en el mundo para escribirte lo que verdaderamente quiero.
La lista de música continúa. Son todas aquellas canciones que tu me enseñaste, aquellas que cantábamos juntos.
Se clavan en  mi como dagas de frío metal, abriendo cicatrices que hasta hoy parecían cerradas. Pero es imposible, no hay suficiente hilo para coser esta grieta en mi alma.
Pienso en que es el amor y no encuentro respuesta, pero puede que todas estas palabras se puedan resumir en una.
Me gustaría traerte de vuelta, mirarte a los ojos y decirte esto que ahora mismo no se a quien se lo estoy diciendo. Darte el abrazo de despedida que no me diste tiempo a dar.  Desearía que a cambio tu me pudieras decir como vivir sin ti.
No sé si es posible.
Supongo que lo es.
Y si no, lucharé por que lo sea.
Estoy enfadada con el destino, a veces no escoge bien sus jugadas, siento que nos mueve como piezas de ajedrez, como marionetas interpretando un cuento de amor o de guerra.
De vez en cuando veo tu sonrisa dibujada en el cielo, pero cierro los ojos e intento convencerme de que no estoy loca.
Los llantos se escapan de mi garganta sin poder contenerlos, desgarrando el silencio. Lucho por salir a la luz, por flotar y no ahogarme. Pero, resulta tan complicado.
¿Creéis posible una vida sin oxígeno? Pues yo tampoco creo posible una vida sin ti a mi vera, apoyándome, haciéndome volar.
Fue una fortuna tenerte.