jueves, 31 de diciembre de 2015

Alegoría del tráfico.

 No tengo nada.
Nada más allá de lo que soy,
y lo que puedo darte.
Ni piel,
ni los pliegues de mis párpados.
Ni suspiros
pegados a tu cuello,
ni la voz de Sabina,
o de Serrat.
Ni las letras
de Supersubmarina,
Ni la poesía de Pedro Salinas.
Ni siquiera podría darte
el desamor de Bécquer;
ni rimas,
ni leyendas.
Ni 19 días
ni 500 noches
me llegan para dejarte caer
a mi espalda.
Así que no me pidas
que te lleve a quemar Gran Vía,
-pongamos que hablo de Madrid-
o a destrozarla
colgado de mis cuerdas vocales.
Porque quizás me encuentres
recitando algo
que haya podido ser
o servir
como luz.
No me pidas que me quede
a sujetarte
mientras me abrasa
el resplandor de los semáforos.
Si tus pupilas tiemblan
a la vez que lo hace la noche...
me quedo a mirarlas.
Si respiras al compás
al que el viento suspira...
me quedo a escucharte.
Que no hay mentira
más grande
que la de tus manos
sin deshacerse
entre las mías.
Que no hay lamento
más largo
que no tener razón
para amar sin razón.
No sé si te debo la voz
pero te debo este desastre...
que soy yo.

martes, 29 de diciembre de 2015

Más daño

Y esa la razón por la que apareciste.
Cuándo yo ya no podía hacer más daño,
cuándo ya había derramado todas mis lágrimas.
Cuándo ya no tenía venas y recuerdos que cortar,
y había aprendido a volar desde décimos pisos.
Tu sabías abrir heridas,
sabías herir,
tenías la sal,
de esa que quema,
en lo que aún no son cicatrices.
Tenías la conciencia tranquila mientras jugabas,
a veces conmigo, cómo dos gatos,
otras veces, el juego era a ciegas,
y yo, me hacía cargo de los daños.
Y es la sinrazón por la que apareciste.
En lugar al que van a parar los sueños frustrados,
y nosotros dos,
con varias copas encima,
y mucha noche por delante.
Así pasábamos las horas,
atados,
yo a ti,
tu atado al vicio de hacerme daño.
Y también los años,
lejos,
sin pensarnos.
Sin echarnos de menos,
sin verbos en plural.
Imagino que aún te acuerdas,
de manos que fueron tuyas,
aunque a mí me pertenezcan.
De labios,
y de besos.
De fuego,
de arder juntos,
y acabar quemados,
acabar hechos ceniza.
Porqué así es todo, cuándo no hay nada.
Así es todo, cuándo te olvidas del resto,
así es todo cuándo me sobraba el mundo,
mientras que a ti te sobraban los minutos.
Y a mí me faltaba el aire,
y tu tenías de sobra.
No hay mensaje en esta botella,
te lo has tragado.
Y ahora estás borracho de palabras que no te dije,
estás saciado de besos que no terminé de darte,
estás harto de miradas que no pudieron ser más que eso.
Y yo,
sigo en mi tormenta moral.
Dónde no deja de llover, y llover.
Y no dejo de rimar cualquier cosa con tu nombre,
incluso la palabra amor.
Y mira que es difícil llamar amor,
a la historia de dos personas que no tuvieron la intención mutua de quererse.
Que incendiaban el mar cada vez que se rozaban,
pero no sabían romper el silencio a carcajadas.
Que no conoces mi risa,
y tampoco conoces mi sonrisa tonta de enamorada.
Pero tampoco mis lágrimas.
Porqué lo nuestro nunca llegó a ver la luz.
Entiendo que te hayas ido,
porqué no tenemos donde mirarnos.
Ni ojos que nos entiendan.
Y ya no hablo de tu y yo,
ahora hablo de la cantidad de espejos rotos cuándo me faltaba el "tu",
y me sobraba la tristeza.
Así qué, cuándo te preguntes porqué,
recuerda que no siempre tiene que haberlo.
A veces,
incomprensiblemente,
cuándo los precipicios parecen hacen pequeños
llegas tú y el resto ya lo conoces.
Y ahora,
me araño la piel para borrar tus huellas y,
solo
consigo
hacerme
más daño.
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lunes, 28 de diciembre de 2015

Magia

Si hay una razón por la cuál sigo escribiendo a pesar de tu ausencia,
es qué,
la poesía es el único hogar válido que conozco.
Y que si me dieran escoger entre los versos o tus labios,
me sobrarían besos para decantarme por lo que ha estado ahí siempre.
Reconozco haberme hecho adicta a rimar,
pero también a comerte la boca,
y no tengo claro qué es lo que me gusta más,
si tenerte en mis brazos o sentir que me tienes.
Reconozco no haber creído en la magia
hasta el instante en la que sentí chispazos cuándo las yemas de tus dedos
acabaron con cualquier manifiesto de huída.
También reconozco no conocer el amor,
porqué lo sigo confundiendo contigo cada vez que te me apareces.
Y me hubiera gustado poder llamarte amor,
y llamarte a la madrugada,
para que llores conmigo.
Por eso, si hay una razón por la cuál sigo escribiendo es porqué.
la poesía ha derramado más lágrimas de las que yo tengo por derramar.
Es porqué no estoy sola en esto.
Porqué conozco versos de suicidio,
y también versos de besos.
y versos de despedidas.
Porqué conozco versos atrapados en unos dedos incapaces de acariciar,
sino es tu piel, sino es tu calor,
la que me queme.
Y me hubiera gustado poder llamarme verano,
y derretir todos los inviernos que llevas dentro y congelan nuestros cierzos,
desatar así la primavera que dibujan los pétalos que tienes por labios,
para poder besarnos sin hacernos tanto daño,
sin romper ni el hielo,
ni corazones inocentes.
Espero poder llegar a conocer algún día,
y que no necesariamente sea a tu lado,
los versos de Benedetti cuándo habla de arcoiris,
y que llores mis soles,
y humedezcas mis metáforas.
Y que sigamos sonriendo,
Sonreír  hasta caer rendidos,
hasta caer dormidos.
Y por eso, por esto, es por lo cuál sigo escribiendo aunque no estés,
porqué aún sueño con primaveras en tu pecho,
porqué aún confío en remolinos en tu pelo,
porqué confío en poder desatar dragones si alguna mañana te despiertas a mi lado
porqué si tus balas no me han matado,
que lo hagan tus ojos,
que tienen más magia.
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martes, 22 de diciembre de 2015

Carreteras

Sin importar el cómo, ni el porqué,
estoy deseando que abraces.
Tenerte a mi lado,
a tientas,
a oscuras.
O a plena luz.
Estoy deseando estacionarme en esa curva de tu espalda,
ponerle de nombre hogar y quedarme a dormir en tu pecho.
Quiero que sepas, que contigo no hay cómos,
ni porqué.
Que contigo todo son torbellinos,
que tu descolocas todas mis respuestas.
Que tu conviertes belleza cada rincón de este caos.
Estoy deseando que me protejas,
de mí misma.
Que me hagas perderme en tus manos,
línea a línea.
Memorizarte desde todas las perspectivas,
desde todos los perfiles.
Desde ojos ajenos y los míos.
Memorizar la forma en la que sonríes,
memorizar tus cicatrices,
y tu mirada infantil.
Memorizar la forma cómo me rompes el corazón cada vez que te das la vuelta,
y te vas de mi vida.
O cómo consigues resucitarme cuándo miras atrás y me sonríes.
No quiero, no puedo,
no estar contigo.
No sé vivir si no es contigo,
no son buenos días si no estás ahí para recordármelo.
Te echo de menos.
Nunca dejes que me vaya por completo.
Porqué tanto tú cómo yo sabremos que sería un suicidio separarme de ti,
pero que estaría dispuesta a suicidarme si es contigo.
Agárrame con fuerza,
que tal vez me pierdas en la próxima curva.
Que tal vez no pueda seguir con esto
 sino estás ahí para recordarme que merece la pena.
Te quiero mucho.
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Poética del fuego.

 Despacio.
Aún te recuerdo atado,
cortándote la piel de las muñecas
con las cuerdas que sujetan
mi cordura,
tu locura,
las verdaderas intenciones
profundas
que tenemos
entre nosotros
cuando nadie más mira.
El pasar de tus labios
por mi cuello,
por mis ganas,
haciendo acelerar
el ritmo cardíaco
de un corazón detenido
en el tiempo que pasas
escondido entre mis piernas.
Y siendo el parabrisas
que recubre mis pestañas.
Dejémonos llevar,
dejémonos la garganta...
no solo gritar
si duele
el ganar esta batalla.
Asumo la derrota
con mis versos amargos,
no quiero sujetarme a nada
si no es a tus brazos.
Quítame el maquillaje
a caricias
o a arañazos.
En la espalda,
en la nuca
donde el nunca
se convirtió
en un quizás.
En un abismo de dudas
que no sé si llegaré a resolver sola.
Vamos a intentarlo.
Coge carrerilla
y salta;
destroza las ventanas,
deja marcas
en las puertas
y demacra el colchón.
Que tu paso por la tierra
y por mis venas
y mis arterias
no habrá sido en vano
si nos atrevimos
a jugar un rato
los dos en tu habitación.
Vamos a hacernos
(algo bonito).
A crearnos desde el principio,
te dejo que escojas
entre ser
o sernos.
Y mientras piensas
en ello
grabaré las estrellas
con mis uñas
en tus hombros.
Sé mi cerilla.
Mi fósforo incandescente.
Aunque el tiempo avance
y no me den las horas
si quiero encenderte.
Tú dame un minuto,
que con el roce
también me prendes.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

00.00

Sabes lo mucho que me gusta que me estrujes,
eso de qué cuándo te acercas siento algo en mi estómago.
Que cuándo me tocas me quema el pecho,
y cuándo me besas.
Cuándo me besas me falta el aire para lanzarme al vacío,
y me sobra el cielo, para volar.
Eso de qué no quiero que me des alas,
si no me agarras la mano y me prometes que no va a doler el golpe.
Que no quiero sonrisas si no soy tu puto motivo,
ni bailes agarrados si no es a mi cintura,
eso de qué, joder, te echo de menos.
Todavía no he encontrado la manera de sonreír,
si no lo haces tú a medio centímetro.
Que todavía no he encontrado unos ojos que me enciendan tanto,
ni que apacigüen tanto, mis miedos.
Sabes lo mucho que me gusta que me cojas la mano,
que me cantes nuestra canción, al oído.
Que me jures que será nuestra, por siempre.
Que prometas, sin tener ni idea de lo que deparará el futuro.
Pero también odio cuándo sonríes, y no es por mí,
o cuándo bailas, y no es conmigo.
Que también odio verte querer a personas más que lo que podrás llegar a quererme a mí.
Pero menos de lo que yo lo hago.
Que me rompe la distancia,
tu puta manía de no querer hacerme feliz. Y mira que es fácil.
Me rompe no saber hacer poesía,
desde la rabia.
Desde esperar un mensaje tuyo, aporreando las teclas del ordenador.
Desde que es viernes, pasa de la madrugada y no puedo dormir sin tus jodidas y poco sinceras buenas noches.
Que necesito que me necesites,
que no puedo vivir con este dolor en el pecho.
Con este dolor en los labios,
porqué los besos no son tuyos.
Ni míos son, porque no los siento.
Que la música no es mía,
que la canción no es nuestra.
Y que nunca, joder, nunca vamos a bailar mientras me agarras de la cintura y me juras un para siempre.
Que no hay calor,
que estamos helados.
Que no seré yo quién te derrita,
que no seré yo quién te haga feliz.
Que no seré la nota de ninguna canción que te guste,
ni pondrás mi nombre a un verso de cualquier poeta.
Que no podré romper el ruido con besos,
ni los silencios con palabras llenas.
 

sábado, 12 de diciembre de 2015

Que aquí quede el dolor.

Hoy. Que el pánico cubre mis pestañas al tocarse. Que el recuerdo me golpea a martillazos y me duelen tanto tus palabras.
Decidí atrasar las horas hasta cuando podía ocultarme entre tus brazos. Hasta cuando podías ser mi confidente de silencios inoportunos. Retrasé el momento de hacerme a la idea hasta que puedas encontrar en mis pupilas el tiro certero que acabe conmigo.
Guardo una bala en la recámara de mis ojos, con la etiqueta de: en caso de incendio, aprieta el gatillo.
El problema es que ya no hay incendio. Solo humo que no me deja respirar.
Quise pensar en cuánta falta me haces. En cómo necesito tu sonrisa partida encajando en mis labios. Y que me muerdas porque no puedes resistir compensar el cariño que me das.
Cuánto quiero que me abraces. Que me sujetes y me rompas. Y me hagas, me crees, me deshagas y luego soples. Y consigas que me evada y olvide cuánto necesito olvidarte. Y recordarte otra vez. Y sonría. Tan fuerte y tan sincero que nada pueda hacerme daño; aunque solo tenga tu recuerdo para taparme del miedo.
Pase lo que pase.
Aunque ahora todo me arranque la piel. Todo me duela.
Ha pasado que cada vez anochece antes. Y ahora el frío quema más que nunca.
Si no quieres, no vuelvas. Y déjame ser yo.
O ven. Vuelve. Y haz que sea yo.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

¡vuelve!







de las horas que te debo de cosquillas:




En nada el único dolor que sentirás será el de cabeza por la resaca de una noche memorable.
El de los labios por una mordida y el de tus mejillas por tanto sonreír.
En nada volverás a estar sufriendo por otra persona, o tal vez no, tal vez estés viviendo la mejor aventura de tu vida.
Tengo una teoría; a la cuarta va la vencida.
Demasiados intentos fallidos, díficil recuperar las piezas de tu corazón en el incendio.
Quiero que sepas, que en nada llegará alguien dispuesto a arder con tal de recuperarte. O dispuesto a quererte así cómo estás; rota, sin miedo a cortarse con tus vértices.
En nada, volverá agosto y él no estará. Y no importará. Serás capaz de buscarlo y decirle lo mucho que lo quisiste, que quizás lo sigas haciendo, pero que eso no le da el derecho a joderte la vida. Y sonreirás. Con esa sonrisa tan desgraciadamente bonita que tienes. Y yo te estaré mirando desde el otro lado del mar.
Joder, deseando poder disecar mil océanos para tenerte entre mis brazos y decirte lo mucho que te mereces ser feliz.
Tengo también otra teoría, las mejores personas esconden las peores historias.
Sé que es tu caso, sé que no serías capaz de hacerle daño a nadie por miedo a que pasen por lo que tu has pasado.
Lo has vivido todo, de una forma especial.
Siempre llenando de arte hasta los recodos más oscuros de tu pensar. No hay ni un solo lugar que no pueda inundar tu luz.
En nada, se acabará el mojar la almohada cada noche por humedecerte los labios cada vez que lo ves pasar mientras lo sigues con la mirada.
Y deseo que se gire, te mire y te guiñe un ojo, cómo solo él sabe hacerlo. Cómo solo tu querrías que lo hiciera.
Te aseguro que todo esto tiene un porqué, que los días buenos serán incluso mejores a la luz de unos ojos que han pasado por las peores desgracias.
Que no tengo un máster en amor, ni el título de poeta para corazones rotos, pero que él ver tus ojos apagados me obliga a sacar todo lo que encuentre con tal de hacerlos brillar otra vez.
No sé nada de la vida, tal vez menos que tú, pero oye, que a vivir se aprende viviéndo, y aquí estamos; yo quiero hacerlo a tu lado.
Quiero pasar los mejores, peores, aún mejores y incluso peores momentos contigo. Y hacerlos todos lo más buenos que pueda.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Tiembla

Se cierra, una etapa.
Se abren las alas, se apaga el dolor,
que empiece a sonar la orquesta de la vida.
Preparados, no sé listos,
más bien imbéciles, demasiado jóvenes.
Tengo mis ojos en el cielo,
mis manos en tu pelo.
Tengo los pies quietos pero estoy corriendo.
Dime, quién va a salvar mis mañanas sino tu,
quién va a recuperar mis esperanzas sino tú,
quién va a alzar su bandera,
quién va a divisar tierra conmigo y salvarme de la tormenta.
Sigo confiando en el destino,
sigo creyendo que estará a mi favor y me dejará desaparecer sin dejar huella.
No hay manera de volver atrás,
de hacerme valer desde un principio.
Demasiado imbéciles, repito.
Los precipicios se me hacen hoy pequeños,
comparándolos con verte cerrar los ojos sin darme las buenas noches.
Quiero volver a jugar al escondite en tus pupilas,
ver arrebolar en tus mejillas,
anochecer en tu regazo.
Volver a mí misma, celebrar la vida.
Olvidarme de todos menos de ti,
quiero desatar tus dragones, dejarlos quemar mi pecho,
quiero que ardas conmigo en este infierno.
Quiero ahogarme contigo en el océano.
Demasiado imbécil; ahogándome en mis propias lágrimas.
Si quieres, puedo invitarte hacer equilibrio en mi sur,
cuándo pierdas el norte.
A navegar en mi saliva,
aterrizar en mis lunares.
O perderme en tus pecas.
porqué quiero salvarte de la tormenta.
De mi tormenta.


jueves, 3 de diciembre de 2015

Carcajadas

Mantengo mi cabeza ocupada imaginando mil inicios,
y recordando un final que duele demasiado. 
Mantengo los ojos fijos en la carretera para contener las lágrimas. 
Yo nunca he sabido ser feliz, 
me faltan años y me sobran decepciones. 
Tampoco he sabido rimar, 
pero no importa. 
Yo solo estoy aquí sentada escribiendo 
para poder resucitar, 
para que alguien que se sienta cómo yo, 
pueda resucitar. 
Para que te sueltes el pelo y te pintes los labios de rojo, 
para que vuelvas a enseñar los dientes y la campanilla, 
en cada carcajada. 
Para que te des cuenta de que la poesía no tiene normas, 
ni medida, 
porqué los sentimientos son inmedibles, 
porqué el arte es inmedible. 
Porqué la vida que da la poesía, o viceversa, 
no es matemática. 
Los mil inicios que mantienen ocupada mi cabeza, 
no dejan de ser finales. 
Funerales del dolor en un pecho ajeno, 
de la tristeza de una almohada ajena. 
De besos en labios ajenos porqué en los míos no caben tantos versos. 
De quebraduras en corazones que no son míos, 
y nostalgia almas desconocidas. 
De precipicios y miedos, 
de eso sé demasiado. 
De perder la cabeza por alguien que ha perdido las ganas, 
de perderse a uno mismo buscando nuestra otra mitad.
De escuchar el silencio y colorear la oscuridad, 
de flores no sé mucho,
nunca nadie me creyó lo suficientemente muerta cómo para traerme flores, 
cómo sino, que el amor no entiende de pétalos. 
Sólo tu boca entiende de pétalos, cómo sino...

sábado, 28 de noviembre de 2015

De la física, la química y la poesía.

Las dos de la mañana,
problemas sin resolver
dentro de mi libro
de física y química.
Las marcas en mi piel
de una guerra
de poetas inquietos.
Ven y acompáñame
a resolver las dudas
que te has olvidado aclarar.
Ven y escucha
a mi insomnio manifestarse
en tu agarre,
a los cables
de mis miedos
por los que quieres caminar.
No me explico
cómo creas poesía
sin decir palabra alguna,
con tus ganas,
con las mías.
Dejando que tu respiración
se agite
y se pause cuando te recuerde
que yo
todavía
sigo ahí.
Cómo de la nada
te sacas de la manga
otra rima,
sin apenas recursos
ni literarios,
ni cualquier tontería.
Ni cómo siendo
un absoluto maestro
de la labia
y tus labios,
me pides que me calle
y que deje de martirizarte
con el sonido
de mi conjunto vacío 
de verbos.
Y el caso
y la solución,
es que ahora mi cuello
está hecho un poema.
Donde empiezan
tus derechos
y terminan mis cavilaciones.
Donde has encontrado
mi salida.
Y es curiosa esta maniobra
de escapismo
con la que juegas
con mi existencia,
todavía no la entiendo
del todo bien.
Poesía evasionista
y simbólica,
intimista
y funambulista también.
Te deslizas por las cuerdas
sin temer el borde de mi piel
ni mis límites carnales.
Provocas que 
sin darme cuenta
cierre los ojos
y me suma al afrodisíaco
de tus mordidas
y tus besos.
Y es que no existe
una inyección
más letal.
Ni éxtasis
que dilate tanto
las pupilas y el alma.
Ni una tortura
tan placentera
y dolorosa
como no poder
darte algo más
que hueso y carne.
Algo más.
Al rozar mis dedos
por donde marcaste
territorio
aún siento
que te dejaste
la hoguera encendida
y la ventana abierta
para poder entrar
cuando quieras
y alimentar el fuego 
con más gasolina.
Déjame arder
en recuerdos 
y deshacerme
en tu boca.
Deja de mirarme así
que la vamos a tener.

jueves, 26 de noviembre de 2015

invierno.

Ya no me da miedo marcharme de tu vida, ni de la mía.
Me he visto correr en multidud te ocasiones mientras tu sonreías al verme cruzar la esquina.
En el fondo, o no tan fondo, te agradaba mi ausencia.
He sido demasiado sincera contigo, y no me arrepiento.
Me importó una mierda tu orgullo, y el mío; todavía menos.
Aprendí que los mejores no siempre son entre lágrimas,
a veces, recordando tu sonrisa, las palabras me salen solas.
Me he visto volver a ti por momentos,
cómo un suicida vuelve a la vida, por momentos,
sin llegar a aferrarse a ella.
Me he visto florecer por momentos,
mientras el invierno crecía y crecía en mi pecho.
Contigo deseché mi mejor jugada.
Llegué a pensar que no había de verme si no era en tus ojos,
no sé besar si no es en tus labios,
y tampoco quiero.
Ya no sé ni lo que intento olvidar,
a veces parece que es a mi misma.
Ponnos otra, yo invito,
que vuelva a sonar mi canción favorita y volvamos a brindar por el futuro.
No. ponme otra que quiero ahogar mis recuerdos en esta copa,
no me queda tiempo, contigo lo he agotado,
contigo lo he consumido por completo; contigo me he consumido por completo.
No es un adiós, nunca llegará.
No conozco esa palabra si es contigo.
Recuérdame que nunca vuelva a querer tanto,
que nunca vuelva a atribuirle mis mejores versos a sonrisas tan crudas como la tuya.
Recuerdame que no me deje romper cuándo vuelva a tener la ocasión de enamorarme,
Y que no sea de ti,
que ya basta de tantas negativas,
de tantas lágrimas,
de tanto papel malgastado en escribir nuestra historia.
He visto a personas hacer poesía con tu nombre,
escribir los versos más bonitos con las cuatro letras de tu nombre,
las mismas letras que me pellizcan el alma cada vez que las veo esbozadas en los márgenes de cualquier libro de poesía. En el que cada uno de los versos señalados son un retazo del olvido que nunca podré encontrar. Porqué sigo sin encontrar la fórmula para calcular lo que fuimos.
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domingo, 22 de noviembre de 2015

Un par de medias.

Unos ojos cerrados
que se mueven bajo los párpados
buscando la luz.

Una voz tenue 
y rota como las medias que lleva
una niña bajo la falda del uniforme;
que en plena carrera
se suma el cuento chino
de la Cenicienta...
para romperse más.

Quizás no es todo 
quien mueve los hilos,
sino quien los engancha
y tira del indicado,
y provoca una herida abierta
muy difícil de coser.
Mejor cogerlas
y a la basura.
Nos quedan
muchas más medias
por poner.

Un calor sincero
que al evocarse el recuerdo
de una boca
cae como un balazo
en pecho izquierdo.
Como un infarto
o taquicardia
y un agujero
en otro par de medias.

Y de nada sirven 
los remiendos
cuando las piernas se encaprichan
del suelo que pisan
y la astilla que las atrapa.

Ni la poesía sirve
para darle un par de puntadas
o unos puntos
suspensivos
al cuento chino
de las medias estropeadas
de otra Cenicienta estúpida
cuando se enamora
de un trozo roto 
de cristal.

sábado, 21 de noviembre de 2015

poesía

Esto no es poesía, eso pensarás.
Tal vez no lo sea.
Es un verso escrito en un papel al borde del precipicio.
Es la consecuencia de haber querido tanto y tan poco correspondido.
Esto no es poesía, te atreverás a negar.
Aún sabiendo que son más de las cinco de la mañana y solo una vela alumbra mis rimas,
yo no quiero que sea poesía.
Quiero que sea retrato del alma, espejo de tus ojos.
Quiero evadirme del mundo, refugiarme en un suspiro tuyo.
Esconderme entre tus dientes cuándo sonríes.
Dime tu si eso no es poesía.
Que mas poesía que cuándo pestañas, cuándo me miras; que más poesía.
Dime tú, si tanto sabes de rimar, que diablos puede ser más bonito que tu boca. Que puede ser más sutil y suave que tus labios, cuándo me besas.
Dime si hay algo más dificil que ver tu portal por el espejo de mi retrovisor, verte desaparecer, y empezar a echarte de menos.
Si tanto sabes de letras, explícame sobre el brillo de tus pupilas cuándo te canto las de tu canción favorita.
Explícame sobre esa dulzura tuya que todo lo domina, sobre tu risa infantil, explícame sobre tu saliva, que tiene el poder de cerrar todas y cada una de mis heridas.
Si tanto sabes de luz, explícame cómo pudiste encontrarme entre tanta oscuridad y dejar que me perdiera.
Explícame eso de que nunca he conocido a nadie que sea capaz de llenar con la esencia correcta mis vacíos. Eso de que podré olvidarte, pero nunca cómo me hiciste sentir.
Dime; si esto no es poesía ¿cómo escribiré?
Sino eres tu la inspiración ¿cómo escribiré?
Si te decantas por marcharte...¿cómo escribiré...?
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jueves, 19 de noviembre de 2015

Esto no es poesía

Supongo, que al pasar el tiempo, pasan las personas, pasan los estados emocionales, pasan, delante de nuestros ojos, cómo trenes, cómo haces de luz.
Creo que si hace un año hubiera descrito cómo me imaginaría pasados 365 días nada habría coincidido con la realidad. No sé si para bien, o para mal. Pero creo que mi yo pasado jamás podría verse sintiendo cosas que ahora yo soy capaz de sentir.
Supongo, que pasado otro año muchas más cosas habrán cambiado. Hoy no quiero pensar en el futuro. Es algo impredecible e imparable.
Sólo quiero pensar en esos pequeños cambios que marcan la diferencia.
He pasado muy buenos momentos en mi vida que no he sabido valorar.
Creo que hasta que no maduras no puedes llegar a sentir de verdad.
Hoy sé, tras haber vivido malos momentos, que la vida está llena de cosas hermosas pero estamos más preocupados por aquellas cosas oscuras y dañinas.
Hoy soy capaz de escribir cosas que antes no podría escribir.
Soy capaz de enfrentarme al mundo, he ganado seguridad y he perdido vergüenza. Me pongo a prueba día a día. Y soy capaz de agradecerle a esas personas que me han hecho daño todo lo que hoy sé, es gracias a ellos.
Creo que aún me queda muchísimo por hacer, por sentir, por vivir.
Que me queda muchísimo que sufrir. Vendrán tiempos peores y me enteraré de cómo es que te rompan el corazón de verdad.
Hoy las balas no me duelen. Al fin y al cabo, soy yo la que decido si aprieto o no el gatillo.
La poesía me ha ayudado a salir del pozo sin fondo que yo misma excavé.
Cada mes tengo una opinión más formada y más profunda, es algo que yo puedo notar. Ya no tengo miedo a sonreír. Sonríamos todos. Ni a llorar cuándo lo necesito.
Estoy esperando nuevas experiencias, nuevas personas, sé que volveré a pasarlo mal, y entonces, me gustaría leer esto y pensar en lo bonita que puede ser la vida si te lo propones.
Viva el cambio.
Viva la fortaleza y las personas que tiran piedras con las que estoy construyendo mis murallas.
Hoy brindemos por el pasado, por lo que vendrá, y sobretodo, sobretodo, ¡por lo que a día de hoy tenemos!
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martes, 17 de noviembre de 2015

Para dormir cuando no estés.

"Me contó la forma de abrazarte
y que no me queme la piel.
Me explicó el secreto
para dormir cuando no estés.
(...)
Tengo que alejarme de los monstruos
que no me han dejado ver.
Tengo que romperme en mil pedazos
otra vez, otra vez, otra vez...
para dormir cuando no estés." Supersubmarina

Para dormir cuando no estés necesito que me enseñes a recrearte. A conocer cada punto del mapa que nunca has querido mostrarme. A recorrer de memoria la línea del tiempo que separa mi cuerpo del tuyo. Necesito que me enseñes a decir que no a las tentaciones; a las ganas de llamarte para escuchar tu voz, a las ganas de que me derribes, de sentir el poder demoledor de tu garganta al son de mis caderas.
Para dormir cuando no estés he de callar a los miedos, todo aquello que se esconde, cuando lo pinto todo de negro. Cuando apagas la luz.

Y destrozarme la voz gritando hacia dentro que quiero que vuelvas.

Y recordar tu silencio cuando la locura me invada. Tu poema silente que tanto me gusta.

Tengo que alejarme de los recovecos que no consiga entender sola. De los lugares y recuerdos que hagan flaquear mis piernas. No podría ponerme en pie solo con la pluma manchada de tinta que uso a modo de bastón cuando me faltas. Agacharme y evitar a la nostalgia que quiera invadirme para partir mi alma en dos. O en tres. Y que dos partes sean tuyas.

Espero que no sea tan duro pensar sin la cascada que es tu risa en la piel que se está perdiendo tu tacto. En las farolas que no están despreciando su condición de objeto. En las luces que pestañean al ritmo al que lo hace la noche.

Y acelerar el tiempo simplemente a caricias que me acerquen a tus pensamientos. Que evoquen la más pura oniria de este sucio juego en el que vas ganando. La partida que abandonaste en la huída conmigo de la mano.

A ti, que eres un candil en mitad de una noche inspirada, que me provoca ceguera y latir en el corazón, solamente te pido que mires debajo de la cama y dentro del armario antes de irte.
No quiero encontrarme ningún monstruo que me desvele del insomnio, cuando pretenda dormir y no estés.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Carta de olvido


Recuerdas que  yo fui capaz de quererte, aún sin saber cómo.
Que contigo aprendí a olvidar lo que hasta el momento había aprendido, y ahora eres tu a quién tengo que olvidar.
Recuerdas que te dije que yo no me enamoro,
que soy de hielo, que soy de piedra.
Te mentí, en verdad soy tan débil cómo el hielo bajo el calor de los dedos correctos.
Los tuyos, podían derretir hasta el recodo más frío de mi persona.
Ahora estoy hecha agua, agua salada de las lágrimas que me consumen cuándo te pienso, cuándo te añoro.
Recuerdas nuestro primer beso, ¿verdad?
Fue espontáneo y torpe. Cómo la lluvia en verano, cómo la lluvia que caló nuestros huesos aquella tarde de agosto.
No sé cómo recomponerme, siento que quiero a alguien sin llegar a conocerlo.
Eres un misterio. Y, por desgracia, yo no tengo la llave de tu pecho para dejar escapar las primaveras que escondes dentro.
Juré no volver a hablar de ti.
Así qué, esta será mi última carta. Pongo punto y final a esta historia.
Te quiero, recuérdalo. No sé cuánto, ni por cuánto. No sé hasta cuando te querré, ni si seré capaz de querer después de haberte querido tanto. Pero hoy lo hago, ahora mismo lo estoy haciendo, gracias por enseñarme a hacerlo. Te quiero.
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sábado, 31 de octubre de 2015

ghost of love

En el fantasma de tu voz, quise encerrarme. Cómo un preso que no conoce vida más allá de los barrotes de su celda, y la ama.
De mis ojos cristalinos,
tus pestañas llenas de deseos,
y tu boca, de mil y un atardeceres.
Allí, perdería la vida,
dejaría mi cuerpo caer en cualquier precipicio,
solo para ver como llevas flores a mi tumba cada primero de noviembre.
No recuerdo haberte visto llorar nunca,
eres demasiado duro para eso.
Tal vez tu no imaginas deshecha en lágrimas,
tal vez ni siquiera me imagines,
porque estoy demasiado lejos y soy demasiado imbécil para formar parte de tu vida.
Me gustaría huir contigo, huir de mí, dejar tirado en cualquier estación esta sensación de no tenerte,
abrazarte, escribirte poemas en papeles gastados.
Ver tu culo recorrer mi pasillo,
ver tu pelo moviéndose al ritmo de mi voz.
Ver cómo soplas un diente de león pronunciando mi nombre en silencio,
y cómo llego a ti por detrás, te tapo los ojos y te beso.
Solo quiero eso, ver luna crecer a tu lado noche tras noche, y el invierno aumentar día tras día.
Sentir el hielo de mis costillas derritiéndose con tu contacto.
¿Crees que no estaría dispuesta a perder la vida por todo esto?
La estoy perdiendo, ahora mismo, mientras te escribo, o mismo anoche, mientras lloraba tu ausencia en mi almohada.
El verano se me hace invierno sin ti, corazón. La distancia se me hace horca, los recuerdos se me hacen pistola en la sien, amenazándome ; o te olvido o me olvido a mi misma.
Hagamos un trato, cerraré los ojos y tu vendrás a despertarme.
Despiértame de esta pesadilla y vuelve a mí.
Vuelve a ser el momento feliz de mi triste existencia, el acorde de primavera entre tanto sinsentido.
Te estaré esperando con los brazos abiertos, los ojos secos y una promesa.
Por favor; vuelve.

                           Resultado de imagen de tumblr fantasma

lunes, 26 de octubre de 2015

Introducción al desgarre.

Preámbulo:

Nadie nace preparado para morir en vida viendo sonreír a la persona que quieres sin ti.
No nos han enseñado a cargar con tanto miedo y pena sobre los hombros sin derrumbarnos.




Estoy hundida, hundida sin llegar a tocar fondo (si es que lo hay) dónde coger impulso.
El ver que no te quedan más momentos con la persona a la que le dedicarías todos los de tu vida (y si fueras un gato todos los de tu siete vidas) me rompió.
Hoy navego sin rumbo en espaldas que no son la tuya. Y naufragio en omóplatos que no son los tuyos y me ahogo sin más.
Hoy beso a personas con las que no siento nada en absoluto.
Aquí donde me ves; estoy hundida.
Intento sonreír pero me cuesta.
Camino por la calle lluviosa sin abrir el paraguas (esa lluvia que cala que me recuerda a ti) escuchando una y otra vez la misma canción que también me recuerda a ti.
Falta de esperanzas. Falta de ilusiones.
Quiero que el mundo sepa, que si algún día salgo de esta mierda en la que estoy sumida, si por fin el tiempo borra tus huellas de mi piel y mi cabeza, no será por ti, ni por nadie. Será por mí.
Si vuelvo a llorar espero que tu no seas la causa.
Y sobretodo; si vuelvo a sonreír no quiero que tu seas la causa ni el remitente.
Es muy fácil decirlo, pero me derrito en los ojos tuyos que pinto en mi recuerdo. En tu mirada infantil y tu sonrisa arrebolada.
Me derrito en tus dedos en mis sueños, y que bonitos son tus besos cuándo me duermo.
Estoy hundida. Clavada en un pasado que no escapa, ni hace ademán de romper un poco menos, simplemente se clava día tras día. Cómo una estaca entre mis costillas con la que tal vez tenga que aprender a vivir.
Estoy presa en mi mente, con mi mono a rayas y tus dientes por barrotes. Con mis recuerdos en orden diciéndome que me muera, que llore, que llore y que sufra; que me lo merezco.
Demasiado lágrimas por ti en comparación con las sonrisas.
Demasiado dolor para tan poca edad. Demasiado dolor para ser cargado por una sola alma, un alma tan rota.
Tan falta de experiencia. Tan falta de cariño, del tuyo.
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domingo, 25 de octubre de 2015

Brindis

Tu olor se quedaba prendado en mi cuello cómo mis dedos en tu pelo, 
tu mirada se cristalizaba, se volvía hielo y el contacto de la mía derretía su tristeza. 






Tristeza soy yo. Tristeza es mirar en los ojos de la persona a la que quieres e intuir el adiós. 
Tristeza es un único billete de ida y la persona que se queda en la estación viéndote partir. 
Corazón, escribí tanto de ti que tu nombre quema mis papeles. Y en mi mente explotan los recuerdos cuándo son sobre tu boca. 
 El amor no se me da bien, contigo no pude conocerlo. 
Querer a ratos no es amor. 
Es, también, tristeza.
Me sientan mal los domingos, los domingos de niebla, las llamadas y que no sean tuyas. 
Me sienta mal la distancia y la compañía, cuándo no es tuya. 
Llevo sobre mis hombros el peso de la derrota, de que tu felicidad no sea conmigo ni de lejos, eso también es tristeza. Llevo sobre mis hombros el peso de esos vasos que no bebí contigo y ahora tu brindas con otras. 
De aquellos besos a prisa por los que no apostaste. 
Noches contigo de menos y dolor de más. 
Nuestras manos, nuestras lenguas, nuestras piernas entrelazadas. Y nuestros corazones tan lejos el uno del otro...
Tus "te quiero" no eran míos. 
Mis "te quiero" eran vacío y silencio. Pero sentimiento, pura tristeza. 
Me quedé con lo bueno y por eso hoy lloro. 
Ya nadie se acuerda de la lluvia de aquel agosto. A nadie le importan aquellos dos que se buscaban con las yemas de los dedos. 
A nadie le importa que no ha vuelto a llover tan bonito desde aquel día, que ahora la tormenta está dentro de mí. Y tu, demasiado lejos, demasiada tristeza. 
Ya nadie se acuerda de aquella canción que me recuerda a ti, de aquel poema que nos resume a la perfección...Que resume el caos que dejaste el mí en tu breve estancia. 
Ni siquiera a ti te importa que me este rompiendo por dentro, y que tus recuerdos sean las cuchillas con las que me estoy matando día a día. Noche a noche. Los puentes por los que me tiro cuándo reparo que esos recuerdos nunca volverán. Y al impactar contra el cemento, abro los ojos y no estás. 
Nunca estarás, vaya mierda de tristeza. 
Nunca ningunas manos me darán el mismo calor que las tuyas. 
Nunca ningunos ojos removerán tanto mi interior cómo los tuyos aunque ya no los recuerde. 
Nunca nadie me hará tan feliz cómo podrías haberme hecho tu, 
si hubieras
permanecido
a mi lado. 

domingo, 18 de octubre de 2015

De mi obsesión con la luna.

Joder.
Tienes la boca
más rota
que he visto
en todo 
lo que me queda por ver.
Tienes la sonrisa
partida en dos mitades
y una de ellas está jodida
y la otra ignora
lo que pueda suceder.
Tienes las manos heladas
porque te da miedo
poder sostenerme la mirada
más de un instante.
Y las piernas más bonitas
con el horario 
del sueño
mezclado con el de apertura.
Y una bala 
o un cañón entre los dientes.
Que parece que te gusta 
apretar el gatillo
y que me guste cómo me mientes.
Eres la reina de los sinsabores,
la sultana
de mis mil y una noches
reversibles
y también de mis errores...
que no lo son tanto.
Eres la princesa de las luces
de las farolas 
que te alumbran
cuando caminas
y haces a todos caer de bruces.
Y déjame decirte también
que tienes la mirada 
más difícil de entender.
Porque me gusta que,
cuando miras fijamente,
después
con tu sonrisa partida
y tu boca rota
en mis mil y un errores
te me acerques 
y me digas:
<<que te den>>
y me toques
el alma
con tus manos gélidas...
y, sobre todo,
que te alejes caminando
y atraigas las miradas.
Y que me grites 
desde la otra acera
mientras con un dedo señalas
a la luna que te hace sombra:
<<Hasta que ella no se apaga,
yo tampoco.>>

sábado, 17 de octubre de 2015

Dedicado a los días que perdí entre tus brazos.

Recuerdo una tarde de agosto, finales. 
Llovía pero no importaba, nos teníamos cerca. 
Me abrazabas, y yo me dejaba abrazar, 
recuerdo que sentí cómo todas mis piezas rotas se volvían a juntar. 
Recuerdo aquella tarde de agosto cómo mi recuerdo más valioso, 
después de ti, claro. 
Recuerdo la lluvia y el brillo de tus pupilas confundiéndose,
Recuerdo que me sentí querida, 
durante segundos, 
me sentí tuya, y a la vez tan mía...
Corrimos, corrimos buscando resguardo, 
tu tal vez no sabías, y sigues sin saber, 
que el único lugar a dónde no llegan mis tormentas son tus brazos, 
y que ahora sin ti la lluvia me está calando. 
Recuerdo agosto, 
agosto contigo, a veces sin ti. 
Recuerdo tu calor cómo lo único que me hizo feliz, 
horas pensándote, 
canciones con tu nombre implícito que ahora me rompen cada vez más. 
Recuerdo que me cogiste en brazos, 
que te anclaste en mis ojos y dejé de respirar. 
Recuerdo que olía a tormenta, que tu cuello olía a mi saliva, 
que entrelazamos nuestros dedos, 
que no dejaba de llover ahí fuera. 
Recuerdo que en esos momentos no me imaginaría lo que llegarías a ser, 
que me jure a mi misma que te irías cómo llegaste. 
Y ahora, 
tengo todos los recuerdos en fila, frente a mí,
haciéndome saber que todo se desvanece, 
que hasta los mejores momentos son pérdidas de tiempo. 
Que nunca volverás a abrazarme, y siento un precipicio en el pecho, 
me siento caer, tengo miedo a que vuelva agosto y no estés, 
tengo miedo que vuelva a llover y no haya resguardo, 
porqué estás demasiado lejos. 
He dejado de sonreír cuándo me dicen tu nombre, 
he dejado de mirarme al espejo y verte en el brillo de mis ojos. 
He dejado de querer sin saberlo para saber que tu no lo haces, 
He dejado de temer decaer porqué no hay nada por debajo de esta mierda. 
He dejado de escribir con las yemas de mis dedos en tu costado, 
porqué todas las palabras se me ahogan, 
han perdido sentido porqué tu se lo dabas. 
Y ahora que no estás...ya nada lo tiene. 



domingo, 11 de octubre de 2015

Guárdame una hora.

Me dices te quiero bajito por miedo a que te roben las palabras,
para que no se celen de mis ojos por mirarlos tanto,
y lo susurras porque sabes que me gusta tanto que casi no puedo resistir lo que me gusta,
para que casi ni siquiera te escuche decirlo,
para que con tu olor se disipen los suspiros,
para que no pueda saber lo que significa,
porque no quieres que me olvide de que estés tan cerca,
porque no quieres dejar las huellas en el tiempo,
ni encontrar tu dirección.
Por eso me dices te quiero bajito,
para recordarme que sigues ahí,
a mi lado,
y tan real,
y tan despacio,
para encontrarte,
y poder marcar el suelo con tus pisadas,
para que piense que estás más lejos,
para que sea el diccionario de tus gestos,
y que tu olor y los suspiros se condensen,
para que puedas gritarlo y que te escuche,
porque sé que te gusta que me guste tanto,
para que mis ojos se celen de mis labios...
Por eso me dices te quiero bajito:
por miedo a que te arranque las palabras
y no te las devuelva
al admitir que yo también lo hago.

sábado, 10 de octubre de 2015

Desenlace




Podría quedarme dormida en tus etéreas pupilas, 
con la nana de tu meliflua voz, 
Podría quedarme a dormir en tu inefable risa, 
o escribir los versos más bonitos sobre tu luminescente sonrisa. 
Podría agarrarme de tu mano y jurarle al mundo que el resto me es indiferente, 
podría.
Podría matarme por el inmarcesible dolor de la distancia, 
y caer en el olvido de tus ojos para luego soñarlos. 
Podría despertarme y creer que estarás a mi lado, 
o dormirme pensando que tu me piensas. 
Podría volver a perderme en tu boca, 
en la soledad de tu compañía. 
En los silencios cuándo hablas, 
en tus dudas y mis respuestas. 
Podríamos pararnos el uno frente al otro y dejar de girar por un segundo, 
parar el mundo para sonreír juntos. 
Podríamos encontrarnos en sueños y despertar entre lágrimas. 
Podría, porqué te echo de menos, jurar que tu vacío me llena, 
de todo aquello de lo que nunca quise estar llena. 
Podría morir mirando el arrebol de tus mejillas, 
o caminar sonámbula por encima de tu pelo. 
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