Mi último adiós, querido amigo,
no es muy fácil de relatar, pero si me dejas y estás interesado en oírlo,
aunque sea con dolor, lo puedo intentar.
"Llegó un momento en el que
sentiste la luz escintilar. El brillo de tus ojos ya no era el mismo.
Comenzaste a deambular por los instantes, como si el más preciado de tus sueños
hubieras perdido. Sentiste tu propia
vida en manos de otro, en otro lugar. Ya no eras su dueño. Dejaste que todo te
fuera devorando por dentro; tus temores, tus incertezas, tus defectos... todo.
Dejaste a tu propio corazón levantar un muro alrededor de él.
¿Qué buscabas? ¿Protegerte del
mundo? Estabas caminando perdido, buscando un horizonte, un infinito. Una
oportunidad en otro sitio. Quisiste aprender a volar. Quisiste muy lejos
llegar. Tal vez lo hubieras conseguido. Pero en sus manos te encomendaste.
Sabías a lo que te exponías, sabías lo ocurrir podía. Lo sabías. Y no quisiste
hacer nada.
Pudiste evitar todos los momentos
infernales que viviste. Caminando solo por la calle, sin esperar respuesta
alguna del mundo. Tan solo caminando, sin tener claro a dónde. Y comenzaba a llover. Mirabas desde la
ventana, quizás buscando la luz, quizás buscándote a ti mismo. Te invadía la
nostalgia por dentro, y recaías en lo mismo, otra vez.
Eras joven. Y todo ocurrió
demasiado deprisa. No pudimos hacer que el mundo cesara de girar. Los segundos
pasan, y la gente muere. Muere, pero tú no llegaste a morir. Murió tu alma.
Murió toda la esperanza que tenías encerrada en ella. Y con tu alma, tu corazón
se paró.
Y volvía a verte melancólico
sentado en frente de tu casa, aguardando. Y guardando... guardando tus propios
sentimientos para ti mismo. No podías contener en tu propio cuerpo, todo el
peso que con tus propios actos levantabas. Tratabas de erguir la cabeza, mas no
podías. Tratabas de aguantar un día más, pero era algo imposible.
Y soñaste y llegaste a fantasear con decir
adiós. Sufrías por dentro. Y por tu corazón resbalaban lágrimas. Lágrimas sin
sentido, pero con demasiado significado. Cada gota, cada lágrima de sangre que
por tus venas vertías, relataba cada momento de sentir tu vida marchitar. Como
en la más triste de las metáforas. Como en la más fría de las noches. Y
entonces lo hiciste. Quisiste dejar de sentirte esclavizado por ti mismo. Y lo
hiciste.
Y ahora tu lugar quedó vacío. Esperando
a que regreses de tu vida inmortal."
Y, así fue, mi querido amigo,
cómo alcanzaste la libertad.