domingo, 27 de marzo de 2016

Salto poético temporal.

Cuento los minutos
en un reloj de despacho;
mirando al techo
me regalo
tiempos de otra locura.
Tacho
los días en el calendario.
En un almanaque
de supermercado
en el que te transformas
en cifras.
No sé si poner alguna alarma
para cuando tu voz calma
grite mi sosiego
y yo responda
que te he echado
tanto de menos
como estrellas tiene el cielo,
como piedad, ruego
y miedo, las horas.
Me queda la voz
y nada en los bolsillos
salvo las manos...
Me queda el esperar
que las calientes con las tuyas
y me salves de todo
menos de tus males.
Que guardes todo
menos la distancia.
Me quedan tus pupilas,
una luz
y este poema
al alba.
Cuando cierre los ojos
acompáñame
hasta llegar a tu puerta en sueños,
asegúrate de dejarme tus llaves
cuando yo las pierda.
No vaya a ser
que me quede sin decirte 
que te quiero.