miércoles, 31 de diciembre de 2014

Para mi musa III

Alicia en el país de las maravillas era nuestra película. Cada noche de sábado, frente a la la luz tenue del televisor, se nos planteaba la duda de tomar un sorbo de ese elixir que rezaba "Bébeme" y que te haría muy pequeño, o de ese otro que te haría tremendamente grande.
Me abrazabas al tiempo que susurrabas "Sea cual sea nuestra decisión, será juntos". 
Luego, al amanecer, recitabas fragmentos de la película en mi oído, hasta sacarme una sonrisa.

                          "No estoy loco, mi realidad es diferente a la tuya"   




Hoy es sábado, la luna saluda desde su lugar en lo alto del cielo. Y, tengo miedo. El manto de la noche cae sobre mis hombros como un peso muerto. Y me acecha el terrible temor de no oír tus susurros, aunque sea en sueños. Porque, sin tu voz dulce y acaramela, suave como terciopelo, acariciando mis oídos, el sentido pierdo. 

Y ahora, en esta medianoche oscura, despierta me hallo, el cuaderno abierto en mi regazo, garabateando en sus hojas nuestros recuerdos. Como un Picasso, sin ton ni son, como abstracto. 
Miro al cielo, y casi confundo las estrellas con tus ojos. Pero, la media luna, me recuerda que ahí estás tú, descansando en su perfil, acurrucado en su luz. Curioso que desde que te has ido todas las lunas son así, como si estuviera de luto, y una parte de ella se hubiera ido también. 

Parece mentira, que pese a este tremendo dolor presionando en mi pecho el mundo sigue girando, como una bailarina. 

Y yo, como una bailarina mareada de tanta pirueta, descansaré en el pozo de lágrimas, esperando que del agua salada que riega brote tu alma y abrace la mía.