lunes, 16 de enero de 2017

Salidas de emergencia para esas noches sin ti.

Tímida y oculta,
mi mano temblorosa,
avanza las líneas que separan la realidad
del recuerdo,
de la creación imaginativa de tu presencia.

Salta las fronteras del deseo,
las cuerdas que justifican la condena
de no verte reflejado en los espejos
de mi baño empañados en sudor.

El cazador convirtiéndose en presa
de una liebre que siempre tuvo complejo de bala
o de piel de cordero de quien se disfraza
la loba hambrienta.

Los dedos impacientes
tocan las paredes
como arañando tu existencia,
tu experiencia.

En silencio susurro tu nombre,
mientras cierro los ojos aguantando el límite
de mi cuerpo preparando el convite
donde me muerdas las caderas
y se desmoronen.

Imagino tus besos
rozando la distancia que quema
desde la última vez que pude gemirte al oído.

Recorrer con la lengua
tu espalda tensa, tu sonrisa torcida,
sumándome a todos tus sentidos.

Acelero
el pensamiento
que te evoca destrozándome la boca
y matándome, disparándome en la sien,
con todas tus armas.

Llego al punto de no retorno
de suplicar al silencio
que vengas, me rompas y me hagas polvo.

Encuentro consuelo
en recrearte caído del cielo
buscándote en mi infierno.
Encontrándome.

Últimos segundos
de intensidad idílica,
parece que te arrastras soñando hasta mi oniria.

Me llenas el espacio
de universos de tu cuerpo
recortando el aire
que lo separa del mío.

Llego al fin,
concluyo:
cada poema es un orgasmo
lleno de ti.