martes, 22 de diciembre de 2015

Poética del fuego.

 Despacio.
Aún te recuerdo atado,
cortándote la piel de las muñecas
con las cuerdas que sujetan
mi cordura,
tu locura,
las verdaderas intenciones
profundas
que tenemos
entre nosotros
cuando nadie más mira.
El pasar de tus labios
por mi cuello,
por mis ganas,
haciendo acelerar
el ritmo cardíaco
de un corazón detenido
en el tiempo que pasas
escondido entre mis piernas.
Y siendo el parabrisas
que recubre mis pestañas.
Dejémonos llevar,
dejémonos la garganta...
no solo gritar
si duele
el ganar esta batalla.
Asumo la derrota
con mis versos amargos,
no quiero sujetarme a nada
si no es a tus brazos.
Quítame el maquillaje
a caricias
o a arañazos.
En la espalda,
en la nuca
donde el nunca
se convirtió
en un quizás.
En un abismo de dudas
que no sé si llegaré a resolver sola.
Vamos a intentarlo.
Coge carrerilla
y salta;
destroza las ventanas,
deja marcas
en las puertas
y demacra el colchón.
Que tu paso por la tierra
y por mis venas
y mis arterias
no habrá sido en vano
si nos atrevimos
a jugar un rato
los dos en tu habitación.
Vamos a hacernos
(algo bonito).
A crearnos desde el principio,
te dejo que escojas
entre ser
o sernos.
Y mientras piensas
en ello
grabaré las estrellas
con mis uñas
en tus hombros.
Sé mi cerilla.
Mi fósforo incandescente.
Aunque el tiempo avance
y no me den las horas
si quiero encenderte.
Tú dame un minuto,
que con el roce
también me prendes.

2 comentarios:

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