domingo, 11 de octubre de 2015

Guárdame una hora.

Me dices te quiero bajito por miedo a que te roben las palabras,
para que no se celen de mis ojos por mirarlos tanto,
y lo susurras porque sabes que me gusta tanto que casi no puedo resistir lo que me gusta,
para que casi ni siquiera te escuche decirlo,
para que con tu olor se disipen los suspiros,
para que no pueda saber lo que significa,
porque no quieres que me olvide de que estés tan cerca,
porque no quieres dejar las huellas en el tiempo,
ni encontrar tu dirección.
Por eso me dices te quiero bajito,
para recordarme que sigues ahí,
a mi lado,
y tan real,
y tan despacio,
para encontrarte,
y poder marcar el suelo con tus pisadas,
para que piense que estás más lejos,
para que sea el diccionario de tus gestos,
y que tu olor y los suspiros se condensen,
para que puedas gritarlo y que te escuche,
porque sé que te gusta que me guste tanto,
para que mis ojos se celen de mis labios...
Por eso me dices te quiero bajito:
por miedo a que te arranque las palabras
y no te las devuelva
al admitir que yo también lo hago.