jueves, 29 de mayo de 2014

Fin


"Primera fila ante la muerte que se levanta poderosa. Es como una sensación de viento, viento gélido. Quizás la sentí como una película; escuchaba las bombas caer de fondo, al horizonte una línea de colores confusos, a contraluz, comenzaba un baile que me recordaba a una de mis peores pesadillas. No obstante, no sentí miedo. Tenía frío, mucho frío. Notaba cómo la sangre se me iba congelando a medida que me costaba cada vez más respirar, las voces que escuchaba como una suave melodía iban tornándose en aullidos desgarradores, mi mente no era capaz de reconstruir las palabras que conseguían adivinarse. Sabía que había alguien al otro lado, alguien que no quería que me fuese.

Por dentro era más dura. Mi ser, atado a cuatro cuerdas que dos ángeles negros sostenían, tentaba liberarse de ellas para correr a la puerta que suspiraba a gritos <<libertad>>. Me veía atada, como en una experiencia extracorpórea, me veía. Nadie llegará a sentir jamás esa impotencia de no poder hacer nada, ni siquiera gritar para romper con mi voz las lazos que me ataban a permanecer en aquel mundo, donde nada tenía que ver con la muerte ni con la vida. Nada tenía sentido pues eran dos lugares unidos en su totalidad y su complejidad. A un lado se escuchaban leves sonidos que indicaban que mi cuerpo seguía allí, en el fondo, una parte de mí también, al otro lado solo se escuchaba silencio.

Nadie tuvo la posibilidad alguna de elegir qué camino tomar. Normalmente el destino ya viene en la palma de nuestra mano, escrito con la sangre de nuestros antecesores. Nos han dejado el camino. Nuestra vida es suya, nosotros no poseemos nada. Siempre estaremos marcados por sus huellas en la eternidad, desde donde ahora nos observan. ¿Me consideré afortunado? Sumido en la perplejidad de aquel mal sueño del que me estaba costando mucho despertar estaba y nada en mí salía para poderme ayudar.

Debí darme cuenta, cuando entre pensamiento y pensamiento, una lágrima aterrizó en aquel suelo impoluto, perfecto, terrorífico. Jamás sería capaz de describir todos los sentimientos que provocaba en mí aquella estancia entre la vida y la muerte. Jamás podré repetir con exactitud todo aquellos que padecí. Jamás sin que me tiemblen los labios, jamás hasta que no vuelva yo a estar muerto. Jamás.

Cuando quise, quise y pude. No tenía razones para regresar a la vida. No merecía la vida existir. Injusta traidora maldita ladrona de esperanzas. No debería la vida vivir. Todavía no sé por qué lo hice pero me encaminé hacia la luz. Me daba igual la cantidad de lágrimas que por mí pudieran derramarse. Ya arrojé muchas por el mundo, no fui correspondido, ¿y qué? Pensé. ¿Y qué?"