lunes, 17 de octubre de 2016

Estrella transitoria.

No me gustan los mapas que no me llevan a los lunares de tu espalda.
todos quieren evitar  que me pierda...

Me silencio en tu ruido. En tu calma. Te pido que ceses, que sigas. Que le des sentido a este conjunto de letras que se desordenan a tu tacto.
Me pido un disparo, una cerilla. Algo que consiga librarme de la eternidad de esperar despertarme.
No te perfilas. Te difuminas. 
Cuando creo poder alcanzarte, te desvaneces. Te llamo y no me escuchas. Me callas. Me incendias. Hasta que no quede más que el alma.
Me pregunto si serás o no.

Cierro los ojos.

Ahora callo y no hay silencio: hay vida. Hay más allá del pensamiento. Llegas hasta los confines de mi universo y apagas todos los astros.
Olvido el por qué y el cómo. Olvido mi nombre. No me hace falta recordarlo.
Susurras un suspiro. Me ahogo en tu olor y pierdo el miedo. Me hago pequeña y me cuelo en tu abrazo. Ya me tienes.

Tienes todo lo mío.
      Tienes todo lo que soy y lo que aspiro a ser.
             Tienes esa manía de colarte de puntillas y que no quiera dejarte ir.

Todo lo demás no incumbe. No tiene cabida en mi pecho. Desde que conseguiste acelerar su movimiento no hay lucha que no gane. Que no ganemos. O perdamos. 
Me recuerdas a ese juntos que siempre quise cerca. Al siempre que ya no tiene prisa ni promesa. Al nunca que se perdió entre todos mis poemas.
Me recuerdas al deseo que se despertó al mirarte y saber que estaba en casa. Al ojalá que no hallaba sosiego, que no se encontraba, que se perdía. Al quiero ser feliz, me recuerdas. Voy a serlo. 

Gasté en pestañas todo mi presupuesto. Y la paga extra en las velas. Pero me quedaba buscarte donde no alcanzaban a abarcarte los mapas. 
Ahora
las 
estrellas 
fugaces 
me preguntan por ti.