domingo, 22 de mayo de 2016

Bastardos o Hijos del naufragio.

No nos quedaba nada
ni nadie.
Ni éramos
parte
del universo astral
siendo nosotros
sus mismas estrellas.
Pluma
y papel,
éramos experiencias
y experimentos
de una ciencia
cruel.
Sueltos
y apagados
vagábamos
levitando.
Vagabundos
eléctricos
del firmamento
astromántico
y astronómico.
Enigmáticos.
Con presupuesto
económico
para soñar más
y más barato.
Y dejarnos
menos ganas
de atar cabos
que han quedado atrás.
Abandonados.
Tristes.
Esperando
que vengan motivos
para tirarnos
al andén.
Yo en la cornisa,
otro en el tejado.
Y el resto mirando
cómo morimos
derramando
la sangre
en el folio.
El dolor
sin lastre
o con tanto
sobre los hombros...
Náufragos del odio.
Aventureros de la desidia
y el deseo
tanteando
la envidia
de las corazas de acero
de algunos hombres.
Escritores
de comedia,
del amor, de la miseria
o quizás de todo
a la vez.
Compositores,
creadores de los dioses
que nos hicieron
por y para
las naciones
de tu espalda.
Somos la generación
de poetas
que hicieron
de la melodía,
de tu sonrisa
y tus hilos de marioneta
otra excusa
para crear poesía.