domingo, 6 de diciembre de 2015

Tiembla

Se cierra, una etapa.
Se abren las alas, se apaga el dolor,
que empiece a sonar la orquesta de la vida.
Preparados, no sé listos,
más bien imbéciles, demasiado jóvenes.
Tengo mis ojos en el cielo,
mis manos en tu pelo.
Tengo los pies quietos pero estoy corriendo.
Dime, quién va a salvar mis mañanas sino tu,
quién va a recuperar mis esperanzas sino tú,
quién va a alzar su bandera,
quién va a divisar tierra conmigo y salvarme de la tormenta.
Sigo confiando en el destino,
sigo creyendo que estará a mi favor y me dejará desaparecer sin dejar huella.
No hay manera de volver atrás,
de hacerme valer desde un principio.
Demasiado imbéciles, repito.
Los precipicios se me hacen hoy pequeños,
comparándolos con verte cerrar los ojos sin darme las buenas noches.
Quiero volver a jugar al escondite en tus pupilas,
ver arrebolar en tus mejillas,
anochecer en tu regazo.
Volver a mí misma, celebrar la vida.
Olvidarme de todos menos de ti,
quiero desatar tus dragones, dejarlos quemar mi pecho,
quiero que ardas conmigo en este infierno.
Quiero ahogarme contigo en el océano.
Demasiado imbécil; ahogándome en mis propias lágrimas.
Si quieres, puedo invitarte hacer equilibrio en mi sur,
cuándo pierdas el norte.
A navegar en mi saliva,
aterrizar en mis lunares.
O perderme en tus pecas.
porqué quiero salvarte de la tormenta.
De mi tormenta.