jueves, 30 de julio de 2015

Mentes desahuciadas

Desahuciaron su mente haciéndole vivir en un cuerpo que no le pertenecía. Ahogaron poco a poco los recuerdos en mares de lágrimas y dejando solo lo más banal acomodaron la mente de la pequeña en un cuerpo humano.
Deshicieron a segundos de su manifestación cualquier intento diferenciarse, haciéndole saber que lo correcto sería seguir a la manada de lobos hambrientos hasta convertirse en un de ellos.
Le dijeron que como chica que era debía dejarse el pelo largo, tal vez ponerse un lazo y vestir coquetos trajes rosas.
Le introdujeron poco a poco la idea de que sería nulo tratar de desvincularse de su destino porqué era que el le venía dado desde su nacimiento.
Debía interpretar ese papel.
Le animaron a no preocuparse por nada más que por su aspecto hasta hacerla esclava de la belleza que ellos habían inventado. Delgada, lo máximo posible.
Tendría que comportarse cómo una dama, sin perder nunca la compostura, debía alcanzar tal nivel de perfección diaria que al final del día se iría a dormir rota por dentro, pero si un defecto por el que tacharla.
Y así, esta niña que entre una cosa y otra ya había crecido hasta convertirse en una mujer, entre retazos de delgadez extrema y forzada, vestidos sensuales y hombres que dominarían su vida por la carencia de impedimentos por parte de ella, pudo darse cuenta de que ellos la convirtieron en una más, hicieron con ella lo que quisieron, y por ellos me refiero sociedad, a las reglas impuestas, y por ella a una víctima más de los atrayentes inventos sociales.

Mujeres y hombres del mundo, olvidaos de lo que os han dicho, de todo. Empezad a vivir. Porqué la perfección no existe, y si intentamos ser perfectos estamos siendo infieles a la naturaleza humana. Somos diferentes. Somos iguales. Somos maravillosos. Y no importa el cómo, no dejemos que desahucien nuestra mente obligandonos a vivir por y para lo externo. Porqué las fachadas caen y se corroen con el tiempo, al final de la vida no quedará más que cenizas y lo único que perdurá será lo que sembremos en nuestro camino. Sembrad amor, sembrad arte, sembrad literatura, sembrad poesía, pintura, música...Pero nunca sembréis más que simple aparente belleza.
No dejes que la sociedad cree tu defnición de perfección porque solo TÚ puedes hacerlo.



domingo, 19 de julio de 2015

Caricias

Y tanto de tu piel acariciar, 
tus sentidos despertar en cada roce, 
que cómo barco de vela en un mar eterno, 
escalé por las colinas de tu espalda, 
hasta llegar a tu pelo, 
y de admirarla en tu piel me torné, 
y dejé de ser humano, 
que ama y es amado, 
a ser aquel que aguanta, 
que ames y no sea a mí, 
que tu espalda sea la colina que otro escale,
mientras soy la piel de la que él barre, 
las huellas de mis dedos.




sábado, 11 de julio de 2015

Sinking in a sea of tears.


Déjame decirte, antes de que dejes escapar otro de esos suspiros que tanto me gustan, que soy humana. Metida en un vaso con el agua hasta arriba, a punto de estallar. Que mi garganta no es eterna, y mis sollozos son cortantes, tanto como el cristal.

Permíteme que te diga, incalmable destino, o imperturbable, quizás, que ardería en llamas incluso vestida con mi traje de piel ignífugo para demostrarte que te equivocas. Que a cada persona que tocas destrozas como si se tratasen de débiles hojas, en su continuo gemir del viento... en su continuo palpitar.

Quiero decirte que estoy cansada. Cansada de aguantar noches en vela sin salida, noches en las que ni yo misma sabría pronunciar mi nombre. Estoy fatigada de subir las cuestas que me pones, de cantar hasta desgañitarme la garganta, hasta romper cada una de las fibras que me atan a la cordura, aquellas que me separan del abismo de locura que son sus ojos almendrados.

También que estoy cansada de vivir sin nadie a quien contarle que tengo miedo al tiempo y también a algunos sentimientos como todo al que se refiera amar.

También que no quiero quedarme más con las ganas. Con las ganas de salir a manifestarme en sus labios aunque a veces no me comprendan. Con las ganas de detenerlo todo un segundo y solamente volver a empezar. Con las ganas de hundirme en sus tatuajes de piel, de contar sus lunares y que estos me guíen para caminar de frente. Con las ganas de desestabilizarme cada vez que sonríe o cada vez que arruga la nariz. Tampoco quiero quedarme respirando el anhelo de la música que con sus pasos toca. Ni quiero seguir acariciando sábanas vacías llenas de promesas sin cumplir.

Quiero decirte que me ahogo en este mundo, en medio de este caos infinito al que nos gusta llamar realidad. En este caos en el que no hay esperanza. En este caos situado en este trozo de cielo que tantas veces hemos intentado alcanzar con los dedos.

Y no quiero pensar en más irremediables futuros que tejes mientras te aburres jugando a los dados con el mundo. Con el mundo que tan en contra tengo a veces y otras también.

Déjame solamente tener la oportunidad de curiosear su infierno un poco más de cerca, de inhalar su humo exhausto de tanto caminar solo. Déjame un minuto de poder sentir su tacto sin estar metida en otro de mis sueños en los que recorro con las puntas de mis deseos cada milímetro de su tez, en los que cada lágrima que de sus mejillas se escapa es otro motivo para evaporar la pena con el vaho de los cristales de mis ojos, ya rojos de vivir entre tanta sal.

Déjame profundizar en este mar muerto hasta que por fin pueda morir en paz.


domingo, 5 de julio de 2015

Turbado

Las palabras se agolpaban tristes y mustias al borde del abismo del sonido, intentando luchar por salir de mis labios.
Bajo la piel sentía la sangre coagulante tratando de cerrar las heridas de tanto apretarme, palpitando y caliente.
Mis manos sentían algo tácito y tangible, corpóreo y real. Las puntas de mis dedos resbalaban por su piel sudorosa, que peleaba en la frontera del olvido. Sentían también algo que escapaba, totalmente fuera de su alcance. Tras la tez, que era capaz de tocar y sentir... se alejaba a pequeños pasos su corazón.
Y sus ojos que se desviaban al mínimo contacto con la vergüenza. Una lágrima asomó a los míos, tímida y poderosa al mismo tiempo, como el alma dejándose ir tras los suspiros que salían en lugar de palabras.
La impotencia una vez más, la dejó preguntándose por qué aquellos suspiros no habrían expresado el castigo tan amargo que existía en su interior, por qué esos suspiros taciturnos, aquellos ojos lánguidos y aquellas palabras inexistentes no habrían podido vencer las ataduras de la tan dulce tortura.