lunes, 13 de octubre de 2014

Capítulo 5, el verdadero color del cafè

Cecilia estaba sola en su casa, como era habitual. Tenía las cortinas echadas y una ligera luz tenue invadía el ambiente.
Una canción suave sonaba en su reproductor. Las notas deprimentes causaron en Cecilia una sensación de pérdida. Sentía que una parte de su alma había decidido independizarse, abandonarla, dejándola completamente vacía.
Los recuerdos golpeaban las paredes de su cabeza. No sabía nada de sus padres. Ni una llamada, ni un mensaje.
Olivia no era la persona adecuada con la que hablar de ciertos temas.
Sus compañeros de clase la ignoraban. Era una chica rara.
Marc era el único que no la miraba con compasión. Sino con esperanzas y luminosidad.
Habían pasado un par de días juntos, a solas. En la biblioteca, en el jardín...y Cecilia, sintiendo una mano amiga sobre la suya se había abierto a el. La escuchaba con paciencia. Suspiraba, e intentaba disimular las lágrimas, ya que parecía que la historia que la chica contaba era la suya. Como dos almas gemelas destinadas a pasear hasta la muerte agarradas de la mano.
Ninguno de los dos sentía más atracción por el otro que la de intentar descubrir porque la vida había escrito cuentos con principios y desenlaces tan parecidos.

Su teléfono móvil pitó indicándole que había recibido un nuevo mensaje, Olivia.
-¿Por que estás tan interesada en el asesinato?
- ¿Marc te lo ha contado?
-Si.
- ¿Puedes venir a mi casa?
-En cinco minutos estaré allí. Haz té.
Cecilia esperó, pensando en lo que iba a decir, como le iba a explicar lo que estaba sintiendo.
El timbre sonó, y Olivia apareció tras la puerta con una carpeta bajo el brazo.
-Te he traído lo que he encontrado, recortes de periódico, fotografías...- le tendió la carpeta de cartón. - sé que te pica la curiosidad, es normal.
Cecilia negó con la cabeza al tiempo que dirigía a la invitada a su salón.
Una vez sobre el sofá, con una taza de té en la mano la chica se atrevió a hablar,
-¿Qué es lo que ocurrió exactamente?
-Una chica, de unos veinte años de edad desapareció, de un día para otro. Al mes las autoridades dieron el caso por cerrado, un asesinato, aunque nunca nadie llegó a ver el cuerpo.
-¿Era estudiante?
-No, quienes la conocían decían que le gustaba el riesgo, la diversión, el peligro. Andaba metida en asuntos turbios, dicen. Pero yo creo que no se puede culpar a la víctima de nada. Desapareció una noche. No se han publicado ni imágenes ni descripiciones de la chica. Parecen que no querían que apareciese. El comisario...- Olivia calló de repente.
-¿Qué pasa con el comisario?- dije desesperada e intrigada.
Olivia tenía la mirada perdida.
-El comisario, el señor Pellegrini, cuentan que tenía una relación sentimental con la mujer a la que le triplica la edad estando casado,
Cecilia asintió, sin llegar a entender el repentino nerviosismo de Olivia.
Su amiga comenzó a sorber el té poco a poco. Y en ese instante, Cecilia reparó en que el apellido, no muy común del comisario coincidía con el de Olivia. La miró y no pudo sentir más que pena y admiración.

Mientras tanto, muy cerca de las dos jóvenes un hombre miraba diferentes tomas de Cecilias captadas por el; paseando libros por los jardines, con una bolsa del mercado...
-Mi dulce Marlen...