domingo, 11 de enero de 2015

Empezando a ver la vida

Estaba empezando a ver la vida.
A soñar con los segundos contados. Empezaba a entender por qué tantos gritos, por qué tantas miradas alejadas en el cúlmen del orgullo. Que las operaciones matemáticas también aparecen por la calle en los códigos cifrados que son los corazones. Que el poema más hermoso del mundo no se realiza con palabras.
Que los suspiros son aire, aire para respirar.
Que si la lluvia es agua evaporada, llueven lágrimas del alma de alguien cada día. Que las nubes cargan emociones y descargan torrenciales a gritos.
Comenzaba a entender la duración de las horas. Y a estudiar la sangre que no corre por las venas.
Todas esas cosas que con tus ojos me describes.
Que el puente más fuerte del mundo no está hecho de piedra.
Que la tensión es palpable cuando me tocas.
Y que tu sonrisa... tu sonrisa es el más profundo de los mares, el mejor de los libros de cuentos, los ojos que más historias han vivido.
Estaba entendiéndolo.
Lo estaba asimilando.
Y la luz se apagó, como un exhalamiento. Antes de expirar.

estúpida gravedad.

Nuevo final. O comienzo no sé. Solo sé que me estando frente al ordenador con la intención de escribir algo increíble. Algo que deje huella en todos vosotros.
Creo que me voy a repetir, que me voy a semejar a todos los escritores mediocres que cosen palabras con hilo viejo.
No me importa.
Un día más -noche más bien- voy a aporrear las teclas de mi pórtatil mientras dejo que las lágrimas resbalen por mi rostro, y veinte minutos más tarde, me pondré en pie, con los ojos rojos e hinchados, con el alma por los suelos pero me habré desahogado.
Mi medio de escape y evasión.

Tengo una agenda abierta sobre mi mesa en la primera página, está casi vacía a no ser por los garabatos de bolígrafo que rezan: 2015. Tengo también, un millón de ganas- y de páginas- en las que tengo pensado escribir lo que me apetezca sin temor a ser juzgada. Y cada día, cuando la noche este cayendo escribiré mil palabras más y me sentiré tal libre como si hubieran cortado la gravedad que me mantiene unida a la tierra.


Nuevo comienzo.