viernes, 30 de mayo de 2014

Una mirada

Reíamos al atardecer sin saber que la sombra de la muerte volaba sobre nuestras cabezas, soñábamos con vivir mil años y jamás hacernos viejos. Desperdiciábamos los momentos, pensando que habría miles iguales, sin saber que cada instante es único. Entonces, rompiendo los lazos de nuestro pasado comenzamos a crecer. Sin saber que no teníamos opción, que serían inútiles las quejas después, era la hora del saber, del madurar, del querer. 




Corrimos entre las nubes de dulce algodón, sorteando los obstáculos, y sobrellevando los problemas de la vida. 
Aquella mañana desperté con el ánimo caído. 
Sabía que algo pasaba, lo noté en la mirada cansada de los míos, en las ojeras que cubrían sus ojos. Una mirada basto para descubrir la cruda realidad. 
Para caer en la cuenta de que somos jóvenes viviendo la vida desde el punto de vista de la despreocupación, del optimismo. De las ganas. Pero que tal vez en un mañana...
Tal vez el mañana no sea tan fácil. Tal vez halla crisis que superar, tal vez el dinero no llegue o no sepamos llevar las riendas de la vida adulta. 
Tal vez pensemos en quitarnos la vida, tal vez no lo hagamos por nuestra familia. 
Tal vez seamos felices, tal vez con el alma muerta intentemos vivir un día más.

Llorando desconsoladamente salí de mi habitación. Desesperada. 
Y desde la ventana contemplé el amanecer como tantas veces lo había hecho. 
Y volví a la rutina; amanecer, espejo, desayuno, televisión. Y volví a caer en la monotonía,intentando olvidar los problemas.  Sin saber que el problema más grande sería olvidar las preocupaciones. 
Entonces una luz apareció en mi mente. Una idea loca, descabellada. 
Corrí hasta el jardín, donde descansaba intacto el coche de mi padre, y sin dudarlo; lo cogí.
Me senté sobre el cómodo asiento de cuero y encendí la radio. 
Conduje, con manos firmes sobre el volante, hasta el horizonte. Mientras sonaba aquella canción que decía...



"Ya no hay más que tu voz,
en mi mente...
Haciendo el eco del olvido,
impiendiéndome estar a tu lado...
Y aquellas hojas secas en otoño,
ver caer la noche contigo...
Y ser los alaridos que salgan de tu boca...
los suspiros contenidos...
No te mueras, porque quiero matarte primero a besos"

Y dejé que mi último aliento se desvaneciera en el aire mientras caía por aquel barranco al que había llegado por mi propia intención. 
Y cuando mi cuerpo inerte yacía en su tumba aún pude oír comentarios sobre mí...


"No era más que un loco, un vividor borracho del elixir de la  amargura..."