sábado, 20 de septiembre de 2014

La teoría del amor

Amamos la belleza. Amamos la perfección. Amamos el exterior como si fuera lo único que pudiéramos amar. A veces, nos aferramos a un clavo ardiendo solamente porque tenemos ganas de amar.
Deberíamos aprender a amar otras cosas. Deberíamos entender que el exterior no es el reflejo del alma y así abrir nuevos horizontes.
Deberíamos abrir los ojos, ¿por que nos empeñamos en amar cuerpos, y no empezamos a amar corazones, amar mentes, amar personalidades?
Comencemos a apreciar a todas aquellas personas que luchan por cambiar el mundo y hacerlo un lugar más habitable donde todo sea bien recibido.
El amor de verdad es incomprensible. No le importa edad, raza, distancia. El amor no tiene puntería a la hora de clavar su flecha. Sería tal fácil poder fingir amor.
Pues yo, por amor a la vida, no pienso amar sin control.
No sabéis lo que os perdéis al no querer llegar a esas personas que son diferentes, porque eso es el verdadero amor.
Puede que está reflexión no vaya a cambiar nada, pero al menos esta noche podré dormirme con la certeza de haber aportado mi grano de arena.
Pero bueno, seguid empeñados en buscar la perfección, porque acabaréis sumidos en la absoluta oscuridad.