domingo, 28 de febrero de 2016

Poesía imaginaria.

Te he creado,
concebido
y dejado que te impregnases
en mis manos.
He permitido
que te adentrases en mis miedos
y los desdibujases
sin llegar a borrarlos.
Dejándome pensar que era yo
la fuerte que los superaba.
Y terminé creyéndomelo.
Fue así, 
como me convenciste
de que soy capaz
de vivir
sin depender del empuje
del viento.
Has osado
arrancarme la sonrisa
a besos
y quemarme la piel
a fuego.
Romperme los brazos
en intentos por acercarte
al alma.
Y rozar con la punta de tus dedos
los secretos
que nunca jamás confesaré.
Los juguetes
del baúl olvidado
en un desván que no tengo,
en un desván imaginario.
El papel de regalo
con el que me gusta envolverme
para ver hasta dónde eres capaz
de tirar del lazo.
Me gusta que lo arranques
sin preocuparte
y me gusta que te tomes tu tiempo
para recomponerlo.
Al igual que a mí.
Y te juro
que tengo miedo
de que la llama nos consuma
y terminemos deslizándonos
por la carretera.
No sé
si me estoy explicando,
volvamos a empezar:
Quiero arder contigo,
deshacerme 
y recrearme
en el recuerdo de tus manos
cuando no estés.
Que la noche
te atraiga pensamientos
y quieras hacer
de ti, mi abrigo.
Cubrirme del frío,
resguardarme,
transformar tu abrazo
en mi casa
y curarme con una mirada.
Quiero que llegue
el instante
en el que no nos dé pudor
gritar.

sábado, 27 de febrero de 2016

Si te vas

Hablo sobre lo que pasaría si te vas, 
pero ya te has ido. 
Ni siquiera me ha dado tiempo a rimar de tus ojos, 
antes de que los míos se helasen. 
Recuerdo bien cada una de tus palabras, 
de tus miradas, de tus sonrisas. 
Recuerdo que en poco me habitué a ti. 
Gran error. 
Recuerdo que en poco creí conocerte, 
creí quererte, 
incluso creí no poder subsistir sin ti. 
Hablo sobre ti, 
aunque no creo que hayas llegado tan adentro de mí. 
No sé si te mereces un hueco en mis versos, 
pero lo que si que sé es que contigo hubiese sido más fácil
seguir adelante, 
aunque no sé si quiero. 
Ni siquiera he podido hacerte ver que tras esta cubierta de chica rota, 
que tras mi debilidad y mis cambios de humor, 
soy capaz de hacerte feliz. 
Porqué yo también quiero serlo, 
y tal vez sea la única manera. 
Porqué te lo mereces, 
nos lo merecemos. 
Las piedras no te enseñan nada,
seguiremos tropezando hasta rompernos el corazón por completo. 
Seguiremos besándonos hasta hincharnos los labios, 
acariciándonos hasta desvanecer la piel. 
Pero esto es ser joven. 
Vivir sin pensar en las consecuencias, 
en todo el caos que dejamos a nuestro paso. 
En todo el caos que arrastramos, 
en todas las copas rotas con las que brindamos
por personas que no dieron ni un minuto por nosotros. 
Y la de veces que dijimos querer, 
sin pensar, 
ni un momento, 
en lo que significa. 

viernes, 26 de febrero de 2016

Perdida.

Camina sin rumbo fijo, inmersa en sus pensamientos sin exteriorizar sus demonios.

Lleva la música bien alta en los auriculares, canciones tristes, a juego con ella.

No le importa nada, esquiva miradas y pide a gritos mil abrazos.

Analiza a cada transeúnte, observándole imagina qué le estará pasando, fantasea con sus vidas.

Mira a todos los lugares como si fuera a encontrar un rincón estable –a poder ser en su cabeza-.

Busca a las personas que han salido de su vida, por si acaso se encuentran y vuelven a entrar calmando sus infiernos.

Se siente inútil e incomprendida, vive entre poemas y canciones que no comparte con nadie, por miedo a que descubran lo mucho que se identifica.

Baila con el drama mientras espera que la esperanza le bese la mano, le agarre la cintura y le suelte la melena.

Lucha con el tiempo, azota las agujas del reloj intentando pararlo, hacer una pausa, luego, reanudar el juego.

Se siente perdida, sin saber, que en ese rumbo no-fijo, se está encontrando
a
misma.

sábado, 20 de febrero de 2016

Te haces poema.

Escribiendo...
Nos vamos quedando atrás.
Entre el sonido de teclas.
Fuera de escenarios
y de luces
y latidos de adrenalina.
Amoxicilina
en vena
por cada quejido.
Y cada lágrima
la tapamos con gritos.
Ni una palabra
para quedarnos
con buen sabor de boca.
Nos pasamos la vida actuando.
Buscando el papel perfecto
que protagonizar.
Muchos somos actores de reparto,
otros somos secundarios,
antagonistas que buscan prestigio
entre bambalinas.
Probando suerte
en el camerino
de ese ser que dirige la película.
Nos pasamos las horas
haciendo cine.
Y a veces es de comedia,
o torna dramático
y nos encontramos en un mar
infestado de tiburones.
Sin preguntarnos
quién coño ha escrito el guion
para que nos toque morir siempre.
Para terminar haciendo
todas las escenas de acción
sin arnés y sin cuerda.
Cuando saben que
ninguno de nosotros
es especialista.
Y terminamos llorando.
Hasta un día
en el que encuentras
un guionista
que escribe mirándote a las pupilas
mientras te arranca un gemido
casi sin tocarte.
Y te cuestiona
la propia existencia
de la condena de la propia vida:
nacer
es vivir
para morir.
Es quien niega 
el crear sin fin ninguno
más allá de sus manos
sobre la piel.
Y en un silencio
que agita Japón
desde Sudamérica
se dice
con un temblor en la mirada:
"Con esa sonrisa
a ver quién no te escribe.
Con esos ojos
quién se contendrá las ganas
de hacer poesía
con tu cuerpo.
Solo quien no sabe
que la canción más bonita
la llevas por bandera entre los dientes.
Que el periodista
escribe si hay noticia.
Que el poeta
escribe si hay dolor
o demasiado cariño
como para llorarlo en estrellas.
Pero tú sola te escribes
cuando oscilas
en el tiempo
y el espacio
con cada paso que das.
No sé si puedo definirte
como arte.
Creo que eres
algo más grande,
mucho más grande que eso."
Y yo me repito
que tengo suerte
de improvisar todas las mañanas
un discurso en el espejo.
Frente a frente.
De cara al público.
Sujetando
con los hombros
mi trozo de mundo
que me ayuda a equilibrarme.
Espero que algún día recuerdes
estas palabras
cogidas por los hilos
de las marionetas de mi memoria
y que aquello que más esperas,
la actuación de tu vida,
no es más 
que la vida en sí misma.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Más




Otro día más, 
u otro día menos
para aquellos que cuentan con los dedos,
el paso del tiempo, 
los días huecos. 
Cuentan los minutos y no los momentos, 
los días por un calendario y no por las veces, 
que oscurece el cielo. 
A los que les importa más del libro el peso, 
que el verso, 
más vale cuanto más grueso. 
Lo que buscan en la vida es salir ilesos, 
no probar la droga de la locura, 
no vivir sin perder tiempo. 
Para esos, 
a los que el arte no despierta nada, 
ni les rompe el alma
ni le hiela los huesos, 
para esos.