viernes, 11 de noviembre de 2016

Make a wish.



Estoy cansada de tantas alertas, de cada lágrima que se escapa porque por más que lo intente siempre consiguen zafarse de mí. Tengo gritos que liberan y otros que destrozan todo lo que hay dentro. 
Estoy cansada porque no entiendo por qué lo que nos tenía tan cerca no hace más que despegarnos. Ese temporal que arrasaba las penas, no cesa de arrastrarme a la orilla una y otra vez. Por más empeño que ponga en brazear hasta mar abierto y sumergirme para no sentir la conciencia.
No entiendo que la energía me canse, me desgaste. No entiendo por qué me erosiona mi propia tristeza. Ni por qué los silencios que antes buscaba se me clavan ahora como puñales.
No encuentro un puto pensamiento que consiga salvarme de esta cárcel.
Sé que es egoísta tirarse al abismo sabiendo que nunca me atrevería a saltar del todo. Yo que siempre había buscado tu mano para sacarte del pozo, no la encuentro porque me he arrastrado hasta él contigo.
Joder. ¿Cómo puedo salvarte si tengo un clavo perforándome el salvavidas?
¿Por qué te sigo buscando? Si sé que estás ahí, dándome hasta el brazo cuando nos llega el agua al cuello. Amamos por encima de nuestras propias capacidades y es eso lo que nos hace hundir.
Quizás que ya no sé si soy lo que era. Quizás que me di tanto que terminé olvidándome en qué orden se reconstruía. Quizás me fallan las fuerzas y empiece a necesitar algo de ti. Algo más que sonrisas. Algo más que cariño.
Necesito llorarte. Y que me veas llorar. Que entiendas que a veces te necesito más. Que no sé qué cojones hacer para que vuelvas del todo.
Te he llamado tantas veces que a veces no recuerdo tu nombre.
Si estás al otro lado, mándame una señal.
No pido tanto. Un destello, una razón por la que seguir luchando, una jodida manera de seguir en pie cuando tenga cortadas las ganas de estarlo. Envíame una respuesta de que estás perdido, de que me estás buscando y gritaré más fuerte. No me importa gastarme la garganta si con ello encuentras el camino a casa.
Seré tus señales de humo. Seré el faro que ilumina tu mar, ¿vale?
Pero necesito una noticia de que estás.
Te pido una luz. Un fuego. Un naufragio. No sé. Algo.
Te pid... NO SÉ CÓMO DECIRTE QUE ME DIGAS QUE ME QUIERES.

El silencio (improvisado).

Grabo este poema en silencio
porque es la única forma que tengo
de evocarte
y huir de ti.
Y lo hago sintiendo desnudo mi pecho izquierdo
porque es la única forma
que tengo de recordarte
tal y como eras
antes de que esta tormenta empezase.
Antes de dejar que la marea subiera
y nos llegara hasta el cuello.
Empezara a cubrirnos los talones
y nos llegara hasta el cuello.
Y empezara a empaparnos los besos
y nos llegara hasta el cuello.

Ahora que tengo la marea
dentro de la cabeza,
dentro de la mente.
Ahora que tú tienes los ojos encharcados
de agua salada
que no quiere salir.
Ahora mismo
creo que es la única forma
de recuperarte a ti.

Escucharte en silencio,
recordar lo que fuiste,
lo que eres,
lo que sigues siendo.
Y en ese silencio
mirarme a los ojos
y descubrir
que no hay nada más allá de mí,
más de lo que ves
de lo que tienes,
lo que sientes
cada vez que me abrazas.

Cada vez que me deshaces,
me perturbas,
cada vez que tienes
mi rostro entre tus manos.
Cada vez que consigues sacarme una lágrima
-porque también las sacas-,
cada vez que me sacas una sonrisa
-por que lo haces-,
cada risa, cada mirada.
Cada beso que te doy en silencio,
porque el silencio
es lo que nos atrapa.

Nos mantiene,
nos mantiene a flote,
nos retiene,
nos busca,
nos encuentra,
nos guía.

Cada sonrisa y cada gesto sincero,
cada caricia, cada sueño,
cada deseo, cada miedo.

Todo esto
es lo que prefiero decirte en silencio.

Porque el silencio
es la única forma que tengo
de evocarte
y huir de ti.