sábado, 20 de febrero de 2016

Te haces poema.

Escribiendo...
Nos vamos quedando atrás.
Entre el sonido de teclas.
Fuera de escenarios
y de luces
y latidos de adrenalina.
Amoxicilina
en vena
por cada quejido.
Y cada lágrima
la tapamos con gritos.
Ni una palabra
para quedarnos
con buen sabor de boca.
Nos pasamos la vida actuando.
Buscando el papel perfecto
que protagonizar.
Muchos somos actores de reparto,
otros somos secundarios,
antagonistas que buscan prestigio
entre bambalinas.
Probando suerte
en el camerino
de ese ser que dirige la película.
Nos pasamos las horas
haciendo cine.
Y a veces es de comedia,
o torna dramático
y nos encontramos en un mar
infestado de tiburones.
Sin preguntarnos
quién coño ha escrito el guion
para que nos toque morir siempre.
Para terminar haciendo
todas las escenas de acción
sin arnés y sin cuerda.
Cuando saben que
ninguno de nosotros
es especialista.
Y terminamos llorando.
Hasta un día
en el que encuentras
un guionista
que escribe mirándote a las pupilas
mientras te arranca un gemido
casi sin tocarte.
Y te cuestiona
la propia existencia
de la condena de la propia vida:
nacer
es vivir
para morir.
Es quien niega 
el crear sin fin ninguno
más allá de sus manos
sobre la piel.
Y en un silencio
que agita Japón
desde Sudamérica
se dice
con un temblor en la mirada:
"Con esa sonrisa
a ver quién no te escribe.
Con esos ojos
quién se contendrá las ganas
de hacer poesía
con tu cuerpo.
Solo quien no sabe
que la canción más bonita
la llevas por bandera entre los dientes.
Que el periodista
escribe si hay noticia.
Que el poeta
escribe si hay dolor
o demasiado cariño
como para llorarlo en estrellas.
Pero tú sola te escribes
cuando oscilas
en el tiempo
y el espacio
con cada paso que das.
No sé si puedo definirte
como arte.
Creo que eres
algo más grande,
mucho más grande que eso."
Y yo me repito
que tengo suerte
de improvisar todas las mañanas
un discurso en el espejo.
Frente a frente.
De cara al público.
Sujetando
con los hombros
mi trozo de mundo
que me ayuda a equilibrarme.
Espero que algún día recuerdes
estas palabras
cogidas por los hilos
de las marionetas de mi memoria
y que aquello que más esperas,
la actuación de tu vida,
no es más 
que la vida en sí misma.