domingo, 6 de noviembre de 2016

Lobos y hambre.

Espalda.
Torso.
Línea de la vida.
Aire. Poco.
Mucho calor.
Y sensación de empuje,
de irse.
De soltarse el pelo,
hacia arriba,
llegando al límite
entre tus hombros
y el "para.
En el cuello
no".
Movimiento pendular,
descendente.
Ver perderse tu pelo
entre mis escombros.
Evadirme.
Olvidarme de qué.
Si a tu lado el recuerdo escasea.
Si necesito revivirte
una y otra vez,
no me llega.
Echar la cabeza hacia atrás
como invitando a la banda sonora
a empezar.

Tócala otra vez, Sam.

Tocarte
y comprobar que eres real.
Que me toques,
me roces,
me invadas con tu esencia
y no me dejes marchar.
Ser verbo contigo.
Ser piel.
Ser.
Ascender por tu pecho
subir las carreteras de tus clavículas
y pararme cuando sientas todas tus piezas
encajando.
Que si hay canción de por medio,
que no sea otra que la de tus jadeos,
que la del sonido de la piel peleándose
por ver quién puede más.
Bajarte de las nubes,
despertarte en el oasis.
Susurrarte al oído
y que sonrías
como sonríen los lobos:
sediento de mí
y de mis besos.
De comernos la boca,
devorarnos,
arrancarnos la ropa
a zarpazos.
Y decidas enterrarte
entre mis piernas
cuando no puedas aguantar
porque llevas diez minutos
sin probarme.
Sin lamerme todos y cada uno de los huesos.
Hambriento,
muy hambriento.

10 comentarios:

Y tú, ¿opinas lo mismo que yo? ¿estás en desacuerdo?¿tienes un blog que quieres que visite? ¿te gusta, te disgusta? ¡Comenta y haz brillar mi sonrisa!