sábado, 6 de diciembre de 2014

Tu trapecio y tu red

Oigo el sonido hueco y sordo, morriñoso y a la vez esperanzador de algo que cae. Algo ligero, no como una pluma pero si como una hoja de papel. ¿Una hoja de papel?
No me asusta. A pesar de ser las cinco de la madrugada y estar sola en mi cama acompañada de la cálida luz de una cerilla que se consume. No me asusta.
Quien quiera que haya dejado caer esa, tal vez, hoja de papel por la rendija de mi puerta debe de estar tan loco como yo. Rompo a reír. Eso es tremendamente imposible.
Arrastro mis pies descalzos por el pasillo con la misma parsimonia con la que esa,- tal vez-, hoja de papel se deslizó hasta el suelo.
Efectivamente. Reconozco los sonidos a la perfección. La- ahora ya puedo afirmarlo con certeza-, hoja de papel doblada descansa sobre el felpudo.
La desdoblo algo nerviosa, pues creo reconocer en las arrugas del doblaje del papel a alguien a quien conozco, extraño, amo y a la vez odio.
Primera estrofa de la carta- ni un título ni un saludo-.

"Puedo ponerme cursi y decir que tus labios

Me saben igual que los labios que beso en mis sueños"

Suspiro, sabiendo lo que me voy a encontrar- no por favor, o sí, no sé- y en mi cabeza empiezan a fluír imagenes, ligeras como manantiales de agua. Una detrás de otra. Él tendiéndome la mano, mientras esa canción suena. El suspirando en mi oreja.

"También puedo ser tu trapecio y tu red,

Tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío, tu resaca, tu lunes, tu hastío"

No quiero. No quiero que seas, ni  siquiera quiero que seas mi nada, ni el líder de mis pensamientos. No quiero. 

"O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra

A la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea.

O tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento

Y te deja abrazada a una duda, en mitad de la calle y desnuda.
O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra
A la orilla de la chimenea a esperar..."

Desgraciadamente no tengo chimenea, sola una cerilla en proceso de desgastarse. Desgraciadamente ni chimenea, ni alegría, ni ganas de ti. Y, un poco desgraciadamente, hoy me siento lo suficiente lúcida para rechazarte. Aunque se que me estás esperando tras la fina puerta de madera. Por eso apoyo mi mano en el lugar donde intuyo que estará la tuya en el otro lado. Y casi te siento, casi siento tus ganas de volver a amarme para luego conseguir que te odie un poco más. 
Y ahora, esa canción, banda sonora de lo que fue nuestro amor me sabe a tormenta. Y me huele a hierba recién cortada. Lúcida dije, já. -río fuerte esperando que me escuches.-  

                       
Y lo escuchas. Y tu también ríes.

*Joaquín Sabina, A la orilla de la Chimenea.*

1 comentario:

  1. Que hermoso blog<3 ya te sigo y espero que te pases por mi blog si te gusta claro c: besoos

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