Daughter- Smother
Aborrezco que el cielo se tiña de gris y una lluvia fina lo cubra todo. Odio las noches de invierno fuertemente, y la nieva blanca me recuerda al vacío blanco de los tristes hospitales.
Ni la música puede calmarme por que un sentimiento de frialdad se ha impregnado en mi sangre y corre por mis venas. Estoy temblando, pero no como una hoja seca agitada por el viento, como si en mi interior hubieran chocado dos grandes placas tectónicas, como si mis sentimientos hubieran chocado con mi lógica. Mi corazón con mi cerebro.
Tengo una taza de humeante chocolate caliente entre mis manos de cadáver, y aunque mis ojos se cierran inevitablemente en la penumbra de una habitación llena de vaho la latiente sensación mortífera no se duerme, continúa desgarrando mi desvalido interior.
La percusión seca de un reloj de pared viejo no cesa, el tiempo no espera ni siquiera por los más desafortunados, y eterno como varios pares de pastillas disueltos en un vaso de agua para hacer frente a un dolor temporal llamado vida.
No sé si lo he dicho ya pero tengo frío. No estás a mi lado. No me estás abrazando. ¿Es extraño, entonces, que lo tenga?
La música corre como los segundos, acordes desesperados y deprimentes.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas como estrellas fugaces en un cielo con mucho tráfico.
Cascadas de melancolía dedicándose a salar mi boca.
Una paloma agita sus alas por encima de los tejados, parece tener prisa, incluso un estúpido animal parece tener prisa.
Suspiro ruidosamente al tiempo que hago crujir todos los huesos de mi cuerpo.
Y las bombillas parecen no poder con la densidad de la negrura. Y como en un pozo sin fondo me siento caer, no estaré en paz hasta sentir el agua atravesando mi piel, flotando en mis pulmones.
Y la paz será temporal porque pronto vendrán los halcones a revolver mis cenizas. Me pregunto si el dolor será o no eterno y si merecerá la pena arriesgarse para descubrirlo.
Lo sea o no no le costará superar a esta infinita inspiración que llaman invierno. Tal vez bajo capas de tierra y recuerdos consiga entrar en calor.
Aborrezco que el cielo se tiña de gris y una lluvia fina lo cubra todo. Odio las noches de invierno fuertemente, y la nieva blanca me recuerda al vacío blanco de los tristes hospitales.
Ni la música puede calmarme por que un sentimiento de frialdad se ha impregnado en mi sangre y corre por mis venas. Estoy temblando, pero no como una hoja seca agitada por el viento, como si en mi interior hubieran chocado dos grandes placas tectónicas, como si mis sentimientos hubieran chocado con mi lógica. Mi corazón con mi cerebro.
Tengo una taza de humeante chocolate caliente entre mis manos de cadáver, y aunque mis ojos se cierran inevitablemente en la penumbra de una habitación llena de vaho la latiente sensación mortífera no se duerme, continúa desgarrando mi desvalido interior.
La percusión seca de un reloj de pared viejo no cesa, el tiempo no espera ni siquiera por los más desafortunados, y eterno como varios pares de pastillas disueltos en un vaso de agua para hacer frente a un dolor temporal llamado vida.
No sé si lo he dicho ya pero tengo frío. No estás a mi lado. No me estás abrazando. ¿Es extraño, entonces, que lo tenga?
La música corre como los segundos, acordes desesperados y deprimentes.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas como estrellas fugaces en un cielo con mucho tráfico.
Cascadas de melancolía dedicándose a salar mi boca.
Una paloma agita sus alas por encima de los tejados, parece tener prisa, incluso un estúpido animal parece tener prisa.
Suspiro ruidosamente al tiempo que hago crujir todos los huesos de mi cuerpo.
Y las bombillas parecen no poder con la densidad de la negrura. Y como en un pozo sin fondo me siento caer, no estaré en paz hasta sentir el agua atravesando mi piel, flotando en mis pulmones.
Y la paz será temporal porque pronto vendrán los halcones a revolver mis cenizas. Me pregunto si el dolor será o no eterno y si merecerá la pena arriesgarse para descubrirlo.
Lo sea o no no le costará superar a esta infinita inspiración que llaman invierno. Tal vez bajo capas de tierra y recuerdos consiga entrar en calor.
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