viernes, 3 de octubre de 2014

El verdadero color del café, capítulo 1

Capítulo uno:

Esta historia empieza con una sonrisa. Una sonrisa tremendamente satisfactoria. Una sonrisa que indica el comienzo de una nueva etapa.
-Papá, mamá, me voy.
Una maleta a medio hacer. Vestidos cortos y largos desparramados sobre la cama, la colcha de las despedidas.
Miles de fotos y planos. La universidad…¡por fin! Tres años de estudio, pero también fiestas, y después, la infinita libertad de ser un adulto, con estudios, dispuesto a cumplir su sueño.
Miró con nostalgia las decenas de cuadros que colgaban en la pared de mi habitación. Habían sido todos pintados por ella y retrataban diferentes perspectivas del rostro sin ojos de una misteriosa joven que habitaba en su mente.
Apartó la mirada bruscamente, intentando contener lágrimas, que luchaban por salir al exterior.
Cogió su violín con cariño. El instrumento había pertenecido a tres generaciones de la familia. Era una artista,  es una artista, intentando llegar a la altura de su nombre, Cecilia, patrona del arte y de la belleza.
¿Belleza…? Ejem… Cecilia acarició su largo pelo azabache y se frotó el rostro con el dorso de la mano. A veces desearía haber nacido siendo otra persona…
Al recordar que estaba a punto de inaugurar una nueva vida, tal vez para no volver más a esta casa de locos, la felicidad le inundó de nuevo.
En un suspiro ya estaba en la puerta. Luego en el coche agitando la mano con fuerza. Y unos cuantos suspiros más tarde sus ojos se abrían de sorpresa.
Jóvenes por todas las esquinas, de todos los tipos, chicas y chicos parloteando sin parar y otros sacando los libros a pasear.
Más suspiros…la universidad.
Por fin llegó al pequeño ático donde se disponía a pasar los siguientes tres años de su vida. No estaba mal…habría que decorarlo un poco…
Dejó la maleta sobre la cama, la abrió apresuradamente y sacó todas las prendas, rebuscó con energía hasta que dio con la que buscaba.
Un vestido gris de algodón, largo hasta los tobillos con una abertura desde el muslo hasta el final.
No olvidó colocar en su muñeca derecha la pulsera dorada que tenía desde su nacimiento, y que nunca se había molestado en descubrir quien se la había regalado. Cogió un jersey fino, ya que la noche refrescaba y se dispuso a conquistar, y arrasar, la ciudad.
Mientras bajaba las escaleras una voz  apareció en su mente. El rostro de esa mujer sin ojos se dibujó en su cerebro. Hablándole en un idioma que no lograba entender. Diciéndole palabras que no tenían sentido.

Cecilia rio de su propia locura y continuó caminando. ¡La noche acababa de empezar! Aunque tal vez no fuera tan amena como esperaba.





2 comentarios:

  1. Todo final abre las puertas a un nuevo principio¡¡¡ espero que esa sea la realidad que narra tu relato... muy buen comienzo... seguiremos atentos a tus entradas¡¡¡

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    1. En breves subiré el siguiente capítulo, espero que te encante...

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