sábado, 16 de abril de 2016

La segunda opción

Cuándo te fuiste,
te dejaste la puerta semicerrada,
por no salir dando un portazo.
Y ese gesto,
me hizo entender que te había perdido por completo.
Cuándo te fuiste dejaste tu colección de calcetines
meticulosamente ordenados sobre la cama.
Tú,
que siempre fuiste el desastre más grande del planeta.
Y con eso, comprendí, que jamás volverías a por ellos.
Te fuiste, sin decir una palabra,
ni siquiera un adiós.
Te fuiste mientras me duchaba
para evitar silencios incómodos,
para evitar miradas,
porqué sabías que mi voz y el agua cayendo,
ahuecarían el sonido de tus pasos,
en el rellano,
escapando de nuestra vida.
Sabes que la rompiste cuando te marchaste,
sabes,
que tu colección de calcetines estampados sigue cómo la dejaste.
Porqué nunca he vuelto a dormir en esa cama,
en la qué sigue encerrado el olor a ti.
Sabes,
que conservo todos esos cuestionarios absurdos en revistas absurdas a los que yo hacía caso,
mientras tu susurrabas a mi oreja
"escoge la segunda opción, siempre la segunda opción"
y yo escogía la tercera,
me gustaba llevarte la contraria.
Y sabes,
que escribo de cosas banales,
porqué todavía no estoy preparada para escribir de lo que hemos sido
sin romperme.
Y porqué no ha pasado el suficiente tiempo,
para poder ver tu nombre escrito
sin querer matarme.
Te fuiste,
y hubiese deseado salir corriendo tras de ti y decirte
lo mucho que lo siento por ser tan destructiva,
tan negativa,
tan confusa.
Y me hubiese gustado hacerlo bien contigo,
porqué en dos noches
quedé enganchada de tu boca.
Y en dos noches,
(las que han pasado desde que te fuiste),
todavía no he sido capaz de cerrar por completo la puerta semiabierta,
de atravesar el rellano,
bajar las diez escaleras que tu contabas en cada paso
y llegar al portal.
Porqué quiero pensar que estás ahí sentado,
en el sofá rojo que da a la calle,
que te has arrepentido de tu decisión
y no te has atrevido a salir a coger aire.
Pero,
no puedo seguir mintiéndome a mí misma.
Se ha acabado la leche,
y en la nevera
sigue pegado un post-it amarillo con tu letra
"comprar leche".
Y diez imanes más abajo,
con tu letra
uno verde que pone "te quiero".
No sé cuánto tiempo lleva ahí pegado.
Otra de las cosas que me hizo entender,
que jamás ibas a volver,
para leer que,
cinco imanes más a la derecha
sobre un post-it rosa,
con mi letra
escrita la respuesta.
Puedes imaginártela,
o regresar para leerla.
Escoge siempre la segunda opción,
siempre la segunda opción.

2 comentarios:

  1. Tus versos, joder, me encantan. Contra más se acerca el final, más se me estremece el corazón.

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