martes, 7 de octubre de 2014

El verdadero color del café, capítulo 3

Cecilia se despertó cansada, como si no hubiera dormido ni un minuto de la noche.
Las pesadillas se habían tomado la molestia de molestarla como si no hubiera nadie más a quien molestar.
Abrió los ojos, poco a poco, la luz se colaba por la ventana. El reloj de pared marcaba las ocho.
Bostezó, sin dejar cubiertas ninguna de sus muelas.
Las clases empezaban a las diez, y pese a llevar meses deseando ese momento, no le apetecía nada acudir a la facultad.
Se incorporó estirando los brazos. Hizo crujir sus articulaciones y se dispuso a comenzar el día.
Aunque un temor incalculable crecía en su interior, apoderándose de su mente.
Sus movimientos eran torpes, lentamente, agarró el pomo del armario, pero cayó en la cuenta de que aún no había tenido tiempo de colocar sus valiosas prendas. Y en ese justo momento recordó la noche anterior, un escalofrío escaló por su columna vertebral hasta llegar a su cabeza y hacerle preguntarse mil cuestiones. Pero en vez de hacerlo se dirigió a su maleta y con grandes esfuerzos buscó algo interesante.
La ropa, de mil colores, a la luz del miedo parecía gris, y la desilusión convertía sus vistosos abalorios en puñados de arena.
Unos pantalones de pata de elefante negros, una blusa sin vuelo cortada por encima del ombligo y unas cangrejeras oscuras.
Hacía falta disfrazarse de unicornio (como mínimo), para llamar la atención en la universidad de artes, pues jóvenes variopintos y pintorescos, góticos junto a otros vestidos de arcoiris....en fin.
Cecilia añadió un jersey de flecos blanco y un maquillaje discreto.  Recogió su cabello azabache en una larga cola de caballo, y se prometió que en menos de una semana lo tendría por encima de los hombros, un corte no vendría mal.

Cerró la puerta de un portazo, bajó a toda velocidad intentando escapar de los fantasmas que le oprimían el pecho y le impedían respirar tranquila.
Caminó por la calle, paso tranquilo, torpe. Inseguro.
Cecilia es la viva imagen de la inseguridad, tantas veces la muerte se esconde entre sus ideas...
Una vez más su boca se abrió, sus ojos como dos platos. El aroma del arte entró por su nariz, intenso, delicioso. Como un sueño.

Una chica pasó a su lado, golpeándole el hombro. Sus libros cayeron al suelo.

-Lo siento.- dijo mientras se apresuraba a ayudarla.
Tenía el pelo verde, pero no un verde discreto, verde como los árboles en primavera, cortado justo por encima de los hombros. Sus ojos emanaban la seguridad que Cecilia no encontraba por ningún lado.
-Soy Olivia. Soy estudiante de tercer curso.
Pestañeó dos veces, indicando que la respuesta estaba tardando.
-Me llamo Cecilia. Acabo de llegar.
-¡Tu primer día!- dijo la chica con una voz exageradamente extraña. Cecilia sonrió tímidamente.- puedo enseñarte el lugar.
No tuvo tiempo para negarse, segundos después se encontraban paseando entre los jardines, cuyo color hacía juego con su nueva amiga.
-¿Y aquí, no se sale?
Olivia eludió la pregunta. Respiró y por fin se decidió a contestar.
-La noche es peligrosa.
-¿Porque?
-Hace algunos años una chica fue asesinada. El caso se cerró sin encontrar el culpable, estaba embarazada.
Cecilia se disponía a preguntar cual era su nombre, sospechando que tenía alguna relación con el incidente de a noche, cuando el timbre irrumpió su agradable conversación, Olivia se disculpó y escapó corriendo.
-¡No puedo llegar tarde!
Cecilia se quedó sola, sin reparar en el hombre le observaba desde una esquina. 

2 comentarios:

  1. Qué pasará... ahora si que estoy expectante frente a lo que va a ocurrir.... nos vas a dejar así? besos¡¡¡

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    1. ¡Ains...! Tendrás que esperar hasta el próximo capítulo *-*

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