jueves, 15 de mayo de 2014

Dulce

La vi. y estaba exactamente igual que la última vez. Sus largas trenza doradas le caían sobre los hombros. Era preciosa. La mismísima inocencia allí presente. La viva imagen de la infancia sonriéndome, con la mirada avivada, atenta, y los ojos centellando divertidos. 
Te recordé. En tiempos pasados, encendiendo velas de colores en atardeceres tempranos, invernales. Apagando de un soplido esperanzas encendidas. 
Elegante como una gacela. Tan divertida como gélida. Tan amigable como dura. Y tan especial.

Entonces te entristeciste.Y en un intento de desaparecer miraste hacia atrás. 
Amablemente, una joven de piel tensa, lisa, pálida, ojos apagados, tristes, cansados; me saludó, cogió a su hija por los hombros y se la llevó lejos de allí, no sin antes mirarme; y ahí fue cuando te vi. Supe que habías crecido, que ya no eras esa niña de largas trenzas y alegres pupilas. Sino un adulto como todos los adultos. Triste. Apagado. Sin creatividad...Y ya habías dado vida. 

Y me entristecí de repente. 

1 comentario:

  1. Esta lectura junto con la música que escogiste de fondo parecieron que fueron hechas para estar juntas. Me encantó la entrada, me dio un poco de nostalgia, a veces uno piensa que la vida se va a detener en donde la dejamos.

    Te sigo :D

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