jueves, 22 de mayo de 2014

A prueba de balas


-Quise llorar, pero no pude dejar de reprimirme. Consumirme por dentro fue mi opción. No pude soportar la tentación de morderme los labios hasta que de ellos saliera sangre. No importaba el dolor físico. Mientras los ojos se me llenaban de lágrimas tú sonreías con satisfacción. Quizás es ese el más trágico de los finales. Acabar con toda una vida de golpe.  Sigo sin arrepentirme de no haber podido gritarte, de no haber podido mover un solo músculo. Sigo sin arrepentirme pero me siento culpable. Y no soy capaz de pasar de este punto. Y, puede que a estas alturas ni siquiera recuerdes mi nombre. Pero yo te memoricé y estás grabado a fuego en mis venas. Memoricé el color de tus ojos, el sabor de tus labios, la anchura perfecta de tu sonrisa. Memoricé cada instante que en tu vida estuve, tus noches sentado en el piano... buscando inspiración. Me tocaste esa canción de Amèlie. Memoricé el número de respiraciones que dabas antes de poner sobre mis labios los tuyos. Todavía recuerdo el aroma de ese perfume tuyo, ese que usabas para venir a verme. Me recordabas a la vida, cuando yo solo veía muerte. Conseguías ver en mí todo lo que nadie veía. Lo conseguías. Viniste a mi vida, llegaste. Llegaste con fuerza, abriendo las ventanas de mi alma de par en par. Dejabas entrar la luz en mi cuarto, porque decías que me iluminaba la piel... Decías que la luna hacía que mis ojos escintilasen ante ella. ¿No sabías que era causa de tu presencia? Eras conocedor, y además lo afirmabas al mirarme de aquella forma. Soñaba viviendo en tu mirada, vivía soñando en tus ojos y caía rendida en tu sonrisa. Eras perfecto. Me ayudaste a salir de en medio de todo aquel cúmulo de pensamientos enturbiados que era mi mente, conseguiste hacer que volviera a sonreír. Todavía sonrío hoy por tener en mis manos tu recuerdo. El recuerdo de tu voz hace que mi corazón quiera volver a latir como antes lo hacía. El mundo se pasaba cuando tomabas mi mano y me invitabas a seguirte, tenías aquella obsesión con mis imperfecciones. Y yo me obsesioné con descubrirte, con averiguar la complejidad de tu ser. Porque a tu lado absolutamente todo parecía sencillo. Llegué a amarte, a quererte, a echarte de menos entre respiración y respiración, llegué a añorarte cuando te ibas, cuando soltabas mi mano. Tenía miedo de perderte, en mis peores pesadillas no aparecías tú. Era tu ausencia imaginativa lo que a mi ser destruía. Me destruía y me destruye... más todavía que ahora no digas nada.

El silencio se escuchó en el ambiente. Reinó la paz durante unos instantes, menos en su atormentada alma. Con ojos enardecidos por la rabia contenida, envueltos en lágrimas por la emoción descubierta. Ella se levantó con dificultad de aquella tierra santa. Posó su mano sobre la lápida y, pronunciando unas breves palabras en el más absoluto de los silencios, miró con cariño el lugar.

Echó la vista atrás y vio vació, una lágrima se escapó de ella como los pájaros que huyen hacia el sur. Por fin, después de tanto tiempo, había logrado soltar sus escombros, sus cenizas más sinceras. Suspirando, exhaló las finales palabras para dar por concluida aquella conversación:

-Es increíble que después de tanto tiempo, después de haberme roto, de haberme tirado al suelo... pueda hacerme sonreír tu simple recuerdo.




6 comentarios:

Y tú, ¿opinas lo mismo que yo? ¿estás en desacuerdo?¿tienes un blog que quieres que visite? ¿te gusta, te disgusta? ¡Comenta y haz brillar mi sonrisa!