jueves, 10 de abril de 2014

Arte


El arte es relativo, según para quien sea la interpretación, porque no hablamos simplemente de arte. Hablamos de una forma de evadirnos del mundo, de alejarnos de la vida simplemente cerrando los ojos y dejándonos llevar. De olvidar completamente cada simple responsabilidad, cada tembloroso problema, cada grieta en nuestra alma, cada lágrima vacía. Cada temor, cada suspiro al cielo cargado de apatía. Cada nube llena de tormentosos recuerdos, cada gota de lluvia que vio a nuestro corazón caer. Todas las veces en las que nos miramos al espejo, sí, todas esas veces en las que no queremos nada más que desaparecer.

Porque con el arte no se borra la distancia. Porque la distancia es imborrable. Con ello simplemente se acorta el pensamiento de la lejanía, solamente eres capaz de ser feliz, aunque sea por unos bellos instantes. Porque vuelves a ser tú.

Así que el arte es relativo. Porque nadie es capaz de interpretar la infinidad de melodías que con un lamento se puede realizar, la gran cantidad de suspiros que por el aire vagan, desamparados y sin protección, buscando cada esquina para refugiarse de la amargura. Buscando cada oportunidad para volver a empezar. En la calle, mientras llueven lágrimas de impotencia... cada suspiro en silencio se lamenta.

Y con arte me refiero a cada palabra de dulzura que por tus labios palpita. Cada noche estrellada, cada estrella que brilla en la penumbra. Me refiero a cada suave movimiento de una sonrisa renacer, a cada tierno instante de un fuerte abrazo recordar, a cada recuerdo de felicidad, a cada sensación de poder escapar.

Porque el arte transmite. Transmite como el río lleva el agua, el agua de tu creatividad. Manantiales y torrenciales de ti mismo, de tu verdadera alma, esa que al mundo no quieres mostrar. Porque sobran las palabras. Transmite la unicidad de tus sentimientos, la auténtica cara de tu debilidad. Transmite la pasión que por tu cuerpo corre, corre libre y vuela. Porque dejas tu dolor volar, dejas tu propia vida en manos de tu espíritu.

Y pues, ¿quién dijo miedo? Ser capaz de dejarse llevar es el sinónimo del más puro espíritu reinar, de tu propia piel mostrar, de tu corazón volver a latir, de sentirse bien con uno mismo. Porque, a veces, nos mostramos temerosos ante la posibilidad de ser felices. A veces, sentimos miedo de volver a nuestra imaginación, a los orígenes de nuestra vida, de comenzar a batir las alas al son de la harmonía de nuestro pensamiento.

El artista es el que es capaz de no volver atrás por un simple fallo, es ese pájaro de vivos colores, que pinta las miradas de cariño. Ese lápiz que dibuja a los niños jugar. Ese cuerpo que se mueve cual poema, en el que cada movimiento es una palabra, y cada nota un verso.

El artista es aquel que ama. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y tú, ¿opinas lo mismo que yo? ¿estás en desacuerdo?¿tienes un blog que quieres que visite? ¿te gusta, te disgusta? ¡Comenta y haz brillar mi sonrisa!