martes, 19 de abril de 2016

humo




Misteriosas,
y grises sombras-
tu y yo-
dibujándonos sobre el colchón
a carboncillo.
haciendo de lo obsceno
una obra de arte,
si no puedes ser el artista
sé la obra.
Si no puedes escribir poemas
deja que los escriba
sobre tu espalda-
con saliva-

El mejor de los poemas.

Yo era un lienzo en blanco
y tú la tinta
que me acariciaba
los puntos y las comas,
dando lugar a cientos de versos,
donde jurabas
amor eterno a tu musa.

La lluvia de abril
golpeaba los cristales,
mientras tú y yo,
escribíamos
el mejor de los poemas.
En la calle,
todavía era invierno;
en nosotros,
florecía la primavera.

Bailábamos despreocupados,
haciendo de arte y vida
un solo ser,
que nos miraba
incrédulo
de que alguien
pudiese hacer algo así

sobre el papel.

sábado, 16 de abril de 2016

La segunda opción

Cuándo te fuiste,
te dejaste la puerta semicerrada,
por no salir dando un portazo.
Y ese gesto,
me hizo entender que te había perdido por completo.
Cuándo te fuiste dejaste tu colección de calcetines
meticulosamente ordenados sobre la cama.
Tú,
que siempre fuiste el desastre más grande del planeta.
Y con eso, comprendí, que jamás volverías a por ellos.
Te fuiste, sin decir una palabra,
ni siquiera un adiós.
Te fuiste mientras me duchaba
para evitar silencios incómodos,
para evitar miradas,
porqué sabías que mi voz y el agua cayendo,
ahuecarían el sonido de tus pasos,
en el rellano,
escapando de nuestra vida.
Sabes que la rompiste cuando te marchaste,
sabes,
que tu colección de calcetines estampados sigue cómo la dejaste.
Porqué nunca he vuelto a dormir en esa cama,
en la qué sigue encerrado el olor a ti.
Sabes,
que conservo todos esos cuestionarios absurdos en revistas absurdas a los que yo hacía caso,
mientras tu susurrabas a mi oreja
"escoge la segunda opción, siempre la segunda opción"
y yo escogía la tercera,
me gustaba llevarte la contraria.
Y sabes,
que escribo de cosas banales,
porqué todavía no estoy preparada para escribir de lo que hemos sido
sin romperme.
Y porqué no ha pasado el suficiente tiempo,
para poder ver tu nombre escrito
sin querer matarme.
Te fuiste,
y hubiese deseado salir corriendo tras de ti y decirte
lo mucho que lo siento por ser tan destructiva,
tan negativa,
tan confusa.
Y me hubiese gustado hacerlo bien contigo,
porqué en dos noches
quedé enganchada de tu boca.
Y en dos noches,
(las que han pasado desde que te fuiste),
todavía no he sido capaz de cerrar por completo la puerta semiabierta,
de atravesar el rellano,
bajar las diez escaleras que tu contabas en cada paso
y llegar al portal.
Porqué quiero pensar que estás ahí sentado,
en el sofá rojo que da a la calle,
que te has arrepentido de tu decisión
y no te has atrevido a salir a coger aire.
Pero,
no puedo seguir mintiéndome a mí misma.
Se ha acabado la leche,
y en la nevera
sigue pegado un post-it amarillo con tu letra
"comprar leche".
Y diez imanes más abajo,
con tu letra
uno verde que pone "te quiero".
No sé cuánto tiempo lleva ahí pegado.
Otra de las cosas que me hizo entender,
que jamás ibas a volver,
para leer que,
cinco imanes más a la derecha
sobre un post-it rosa,
con mi letra
escrita la respuesta.
Puedes imaginártela,
o regresar para leerla.
Escoge siempre la segunda opción,
siempre la segunda opción.

domingo, 10 de abril de 2016

Versos y besos inconclusos.

Cuando los cristales de mi garganta empiezan a temblar,
me detengo un segundo
y piso el freno.
Se me hace un mundo
volver a empezar.
Saber que todo se disipa
y empieza a difuminarse
y a desaparecer:
las marcas en el cuello
se van fundiendo con la piel,
y me quedo sin oxígeno
o sin morfina
o ese éxtasis
del que soy adicta
y al que tanto necesito
volver;
nuestra conversación
se hunde
recordándome que el tiempo
pasa sin darme aire
o tregua para volver a hablarte
otra vez;
mis últimas palabras contigo,
contar segundos
basados en nada
para que pueda
volverte a ver.
Es el síndrome
de abstinencia
de tus besos.
El mono
de tus frases,
de tus verbas
tan geniales
ayudándome a caminar.
Estoy enganchada
a que malgastes instantes
hablando conmigo.
Largas discusiones sobre
la distancia
entre nuestras puertas
o temas tan banales
como el amor.
Eres una adicción
que me ha dejado tocada.
Pero no me voy a hundir
sin antes aclarar
que soy más
de lo que me puedo permitir.
Te agradezco mis noches lúgubres
y haber conseguido que vuele,
reconstruir mis alas
y un millón de cosas
que no podría resumir
en un suspiro.
O siquiera en un pestañeo,
en un guiño
a la luz de tus persianas
en tu habitación.
La estancia permanente
en un estado dormido
de pasión en vida
a la que echo de menos
desde que me dijiste adiós.
Me queda el recordarte
que nos quedan cuentas pendientes
pendiendo de un hilo.
Si decides cortarlo
o rescatarme,
eso lo eliges tú.
Que yo ya he perdido
más de lo que tenía apostado
por ti y por mí.
Nunca había esperado
que te equivocases como ahora,
solo siento que
no puedo hacer más
porque te des cuenta.
Vuelve cuando quieras,
saldaremos las deudas.
Pero soy yo ahora
quien descansa de llorar.
Arréglate,
estaré ahí
aunque no puedas verme,
aunque no me sientas.
Sabes que yo siempre he intentado
ser tu pequeña gran solución.

domingo, 3 de abril de 2016

Mi estúpida manía de rimarte.

Ella era verso,
un beso
bajo la tela
de sus sueños rotos.
Él la escribía
y se la comía
con la boca
y con los ojos.
Ella era música,
el mundo se hacía el sordo.
Él era tiempo
y espera
en el borde del segundero.
Ritmo
y empate,
y luz
y sombra.
Y de todo.
Lo malo
del bien
y todo lo bueno.
De tanto que se hacían,
se creaban ganas
de quererse otro tanto.
Como la manía
de cerrar las manos
cuando se te escapa
el tiempo.
La música.
O ambos.
Palpitó el instante
unos momentos antes
de transformarse en pasado,
jugaron con los dedos
acariciando el aire.
Arañaron los recuerdos
y arrancaron las raíces.
Y convirtieron un camino
de vértebras
y piel
en constelaciones
esperando unirse
en medio de la noche.

Vivir en ti.

Todo estaba oscuro y tú encendiste mi luz. Abrazamos nuestros miedos y los echamos a volar.

Nos unimos y bailamos juntos la mejor de las canciones. Como si fuese una guitarra y tú tocases todas mis cuerdas, compusimos la banda sonora más bonita del mundo.

Rompimos con la inseguridad y vivimos por segundos en cada rincón de nuestro ser.

Nos cuidamos, acariciando cada una de las curvas que se nos presentaban, -escogí quedarme a vivir en la de tu sonrisa al mirarme-.

Nos sentimos y nos vimos con los ojos del otro, y qué bonita me veía yo con tus pupilas, cariño.

Juntos, construímos nuestro propio mundo –con banda sonora incluída- donde los miedos no existen y solo estamos tú y yo.


Vencimos la partida y nos ganamos los dos.

Hoy no vengo a escribir poesía

El slut shaming es un concepto que define el acto de culpar a una persona (mujeres, especialmente) avergonzándola por ciertos comportamientos sexuales diferentes a los tradicionales.
Está muy arraigado en las mentalidades el etiquetar cómo "puta" a aquellas mujeres por su vestuario, su opinión o su comportamiento. Incluso, en muchas culturas, se avergüenza y culpa a una mujer víctima de una violación.
Todas somos víctimas de esto. Todas vemos nuestra libertad reducida por la sociedad. "Perez Hilton tildó de prostituta a la hija menor de edad de Demi Moore por su manera de vestirse, la primera dama francesa Carla Bruni fue tildada de prostituta por la prensa iraní por protestar contra la lapidación de una mujer, Michael Sanguinetti, aseguró que las mujeres deberían evitar vestirse como putas si no quieren ser víctimas de violencia sexual."
Pero no hace falta ir tan lejos, mentiriais si dijeseis que nunca habéis escuchado comentarios cuestionando la dignidad de una mujer del tipo de "es una puta porqué mira sus fotos, es una puta porqué mira su ropa, es una puta porqué se lía con cualquiera... " Aceptar estos comentarios es ser párticipe de violación a las libertades de las mujeres y cómo consecuencia impide el avance hacia la igualdad en todos los aspectos de nuestras vidas.
No nos vestimos para provocar a nadie, sino porque así es cómo nos gustamos a nosotras mismas.
Queremos poder actuar sin temor a ser juzgadas.
Queremos sentirnos libres, tan libres cómo para que la largura de nuestra falda no nos etiquete.
Mujeres, respetemonos entre nosotras. No juzgemos el comportamiento ajeno, no es 'puta' por ser libre. Tampoco por vivir sin verse limitada por vuestros incoherentes juicios.
No tiremos piedras sobre nuestro propio tejado.
Cuándo juzgas a tu compañera por la forma en la que ha decidido encaminar su vida sexual (atribuyendole adjetivos descalificativos cómo guarra) estás desvalorizando la labor feminista. Estás siendo absolutamente machistas.
Muchas veces, inconscientemente nos sometemos al juicio social dejando de ser quién somos por miedo a los insultos.
Yo, soy libre, y voy a seguir subiendo las fotos que quiera, enseñando lo que quiera, porqué me gusta, porqué tengo la libertad de publicar aquello que me guste en una red social. Y todas deberíais hacerlo.
Y a las/los que juzgáis os agradecemos hacer la sociedad un poquito más machista.