domingo, 3 de abril de 2016

Mi estúpida manía de rimarte.

Ella era verso,
un beso
bajo la tela
de sus sueños rotos.
Él la escribía
y se la comía
con la boca
y con los ojos.
Ella era música,
el mundo se hacía el sordo.
Él era tiempo
y espera
en el borde del segundero.
Ritmo
y empate,
y luz
y sombra.
Y de todo.
Lo malo
del bien
y todo lo bueno.
De tanto que se hacían,
se creaban ganas
de quererse otro tanto.
Como la manía
de cerrar las manos
cuando se te escapa
el tiempo.
La música.
O ambos.
Palpitó el instante
unos momentos antes
de transformarse en pasado,
jugaron con los dedos
acariciando el aire.
Arañaron los recuerdos
y arrancaron las raíces.
Y convirtieron un camino
de vértebras
y piel
en constelaciones
esperando unirse
en medio de la noche.

2 comentarios:

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