Y tanto ignoras mi existencia,
y dura tanto mi insistencia,
que la repetición es como un bucle constante,
y de repente me convierto en eco,
y siendo eco y no persona, sino objeto
pierdo la dignidad de amar,
porque los ecos no aman, solo repiten,
hasta quedarse sin habla.
Y al no hablar ya no son ecos,
ni personas, ni objetos,
sino un vacío, solo y hueco...
silencioso,
como el eco...