Entonces, desmoronándome en
lágrimas, destrozando mi garganta en aullidos de dolor, me dejé caer en el
lugar más remoto existente sobre la faz de los sueños. Desgarrándoseme el alma,
afligida por el horror de ver mis últimas horas contadas en el minutero del
reloj.

No hay puñal más afilado que el
de quién realmente quiere morder tu corazón desgastado. Y nunca quise huir de
todo, sabiendo lo que me condenaba, la bala de plata que me arrojabas, la daga
de mis heridas... la mejor de las cartas de tu baraja perdida.
Y desangrando mi vida en los
últimos instantes, una ilusión se posó delante. Una delicada mariposa negra,
que orgullosa veía revolotear, cuando el futuro que corría por mis venas no
mucho más podía aguantar. Vi, en aquel momento, cada instante renacer, cada
rincón del lugar, cada gota de lluvia yacer. Y todo se tornó confuso y
emborronado, borroso, frío, apagado, la oscuridad me consumía y yo simplemente
mi mano erguía en busca de felicidad.
Entonces comenzó el dolor su
incesante baile de nuevo, comenzaron viejas heridas a aflorar, cuando quise
darme cuenta después de intentar olvidar. Y me desorienté. No sabía muy bien mi
nombre, solo importaba en quién realmente me había convertido después de tanto
y tanto dolor recibido. En aquellos momentos en los que pensaba en quererte.

Y mientras el dolor me iba consumiendo
como se consume una vela, mi alma iba atormentándose en pecados, y los gritos
de mi espíritu... esos gritos que en mi cabeza resonaban, haciéndome cumplir la
más terrorífica de las muertes.
Y comencé, poco a poco, a
desangrarme. Veía mi vida correr, formando arroyos de impotencia, pequeños ríos
de amargura en los que no cabía más agua que la de mis propias lágrimas que
tornaban en fríos trozos de hielo cuando tu recuerdo veía aparecer. Y mi propia
sangre se heló cuando sentí a tan siniestra presencia venir a buscarme, cuando
comencé a sentir la luz acercándose hacia mí. Buscando en lo desconocido
estaba, y nunca llegué a encontrarte. Ni siquiera cuando con mi último suspiro
en vida, susurré tu nombre.