El estar en ocasiones tan cerca
de la muerte, o puede que estando en muertas ocasiones tan cerca, o quizás
sufriendo algún que otro homicidio al alma, algún que otro disparo al pecho y
se desangra el sentimiento, mientras dejas caer tus alas; el estar tan y tan
lejano a la vida en determinados momentos, el estar al borde del abismo, a
punto de precipitarte, estar en contados instantes dejando a tu ser salir de tu
cuerpo, experimentando sensaciones extracorpóreas de dolor y sufrimiento.

O, por otro lado, puede que te
haya demostrado el auténtico valor de la vida, el estar tan cerca de la muerte.
Quizá te haya enseñado la valía de unas horas perdidas en lo que sea, mirando u
observando. Porque, aunque no lo creas, la vida es un sueño.
Y no, no me refiero a que la vida
sea un sueño en el que estamos sumidos, pudiendo algún día despertar. Me
refiero a lo maravillosa que es la simple existencia. ¿Te has parado a pensar
un día en lo ideal que sería comenzar realmente a vivir? ¿En la perfección
absoluta de un día "perdido"?
Un día perdido... a tu lado,
¿quizás? Nada se pierde, nada se olvida, nada es eterno y tampoco efímero. Todo
es continuo y sencillo. Nada se complica cuando realmente estás en busca de la
felicidad. Aunque todo lo puedes apartar, nada desaparece.
Un día no se pierde cuando
descubres que hay cosas más importantes que preocuparse por sobrevivir, cuando
estás más concentrado en avanzar, en no mirar atrás, no al menos sin cariño,
todo comienza su incesante girar. Porque aunque no encuentres la señal que te
indica qué debes hacer, siempre verás un pequeño destello de esperanza.

Porque los recuerdos, para
muchos, no son más que lastres de un triste pasado, al que no quieren dar
importancia... pero, por más que lo intentan, no pueden evitarlo. Lastres en el
fondo de un baúl de tristezas, encerrado en el desván de tu pensamiento. Ese
baúl de tristezas que tienen miedo a abrir porque no se sienten capaces de
enfrentarse a una rememoración de una vida anterior, inofensiva a vista de muchos,
letal y mordaz para otros.
Porque aunque solo sean simples
recuerdos, pueden provocar un incendio en tu interior. Pueden hacer que
comiencen tus labios a estremecerse y no tengas otra salida más que romper a
llorar. Pueden despertar tu odio y tu nostalgia, tus silencios y tus gritos,
pueden llamar a la calma, pueden hacer que florezca en ti el más puro
sentimiento o bloquear tu alma con el peso de una roca.
Pero continuará habiendo gente
que no consiga darles el valor que
merecen. Gente que piense, "¿Y qué? Solo son simples
recuerdos".
Contra esto yo digo que si son
capaces de lograr en ti hallar un sentimiento, dejan su simpleza a un lado.
Porque continúo creyendo que es más fácil que brote el agua de la estéril roca
antes que escuchar salir de tus labios un "te quiero".