No era ella. Era su mirada aquella que me enloquecía, aquellos ojos suplicantes que lo conseguían todo. Que me postraban a sus pies.
Pero no.
No más mareos.
Al menos miénteme, porque se que si no lo haces, las verdades me atacarán de tal modo...el saber que no me quieres. El tener en mis oídos tu frío adiós.
Prométeme mil mundos al menos. Porque me alimento de deseos y malditas esperanzas.
Pero es que son puras realidades las que me regalas. Ni maquillas esas verdades ni las disfrazas de dichosas princesas, me las das siendo lo que son; asesinas de alma, matando mis inútiles ilusiones.
Estás ahí y te haces notar.
Estás para herirme, lo sé.
'Que la luna me regalará la entereza que me falta cuando tu me la quites, que me devolverá la cordura del que no está sufriendo.'
Ella. Ella era la sombra que caminaba a mi lado. Ahora ya no tengo. Ya no se proyecta mi figura en el suelo. Estúpida soledad ¿que demente la habrá inventado?
sábado, 3 de mayo de 2014
She
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Fascinante, te felicito Alicia por ese don que tienes para escribir. ¡Me encanta! Un beso :*
ResponderEliminar¡Gracias Lucía! Otro beso para tí.
Eliminar