-Quise llorar, pero no pude dejar
de reprimirme. Consumirme por dentro fue mi opción. No pude soportar la
tentación de morderme los labios hasta que de ellos saliera sangre. No
importaba el dolor físico. Mientras los ojos se me llenaban de lágrimas tú
sonreías con satisfacción. Quizás es ese el más trágico de los finales. Acabar
con toda una vida de golpe. Sigo sin
arrepentirme de no haber podido gritarte, de no haber podido mover un solo
músculo. Sigo sin arrepentirme pero me siento culpable. Y no soy capaz de pasar
de este punto. Y, puede que a estas alturas ni siquiera recuerdes mi nombre.
Pero yo te memoricé y estás grabado a fuego en mis venas. Memoricé el color de
tus ojos, el sabor de tus labios, la anchura perfecta de tu sonrisa. Memoricé
cada instante que en tu vida estuve, tus noches sentado en el piano... buscando
inspiración. Me tocaste esa canción de Amèlie. Memoricé el número de
respiraciones que dabas antes de poner sobre mis labios los tuyos. Todavía
recuerdo el aroma de ese perfume tuyo, ese que usabas para venir a verme. Me
recordabas a la vida, cuando yo solo veía muerte. Conseguías ver en mí todo lo
que nadie veía. Lo conseguías. Viniste a mi vida, llegaste. Llegaste con
fuerza, abriendo las ventanas de mi alma de par en par. Dejabas entrar la luz
en mi cuarto, porque decías que me iluminaba la piel... Decías que la luna
hacía que mis ojos escintilasen ante ella. ¿No sabías que era causa de tu presencia?
Eras conocedor, y además lo afirmabas al mirarme de aquella forma. Soñaba
viviendo en tu mirada, vivía soñando en tus ojos y caía rendida en tu sonrisa.
Eras perfecto. Me ayudaste a salir de en medio de todo aquel cúmulo de
pensamientos enturbiados que era mi mente, conseguiste hacer que volviera a
sonreír. Todavía sonrío hoy por tener en mis manos tu recuerdo. El recuerdo de
tu voz hace que mi corazón quiera volver a latir como antes lo hacía. El mundo
se pasaba cuando tomabas mi mano y me invitabas a seguirte, tenías aquella
obsesión con mis imperfecciones. Y yo me obsesioné con descubrirte, con
averiguar la complejidad de tu ser. Porque a tu lado absolutamente todo parecía
sencillo. Llegué a amarte, a quererte, a echarte de menos entre respiración y
respiración, llegué a añorarte cuando te ibas, cuando soltabas mi mano. Tenía
miedo de perderte, en mis peores pesadillas no aparecías tú. Era tu ausencia
imaginativa lo que a mi ser destruía. Me destruía y me destruye... más todavía
que ahora no digas nada.
El silencio se escuchó en el
ambiente. Reinó la paz durante unos instantes, menos en su atormentada alma.
Con ojos enardecidos por la rabia contenida, envueltos en lágrimas por la
emoción descubierta. Ella se levantó con dificultad de aquella tierra santa.
Posó su mano sobre la lápida y, pronunciando unas breves palabras en el más
absoluto de los silencios, miró con cariño el lugar.
Echó la vista atrás y vio vació,
una lágrima se escapó de ella como los pájaros que huyen hacia el sur. Por fin,
después de tanto tiempo, había logrado soltar sus escombros, sus cenizas más
sinceras. Suspirando, exhaló las finales palabras para dar por concluida
aquella conversación:
-Es increíble que después de
tanto tiempo, después de haberme roto, de haberme tirado al suelo... pueda
hacerme sonreír tu simple recuerdo.
me gustó mucho!! Me uno.
ResponderEliminarPD: te sigo, soy parte de blogs asociados
¡Muchas graacias! ♥
Eliminarme gustaaa
ResponderEliminarte sigo y formo parte de blogs asociadoos
♥Gracias♥.
EliminarMe encantó como siempre T.T
ResponderEliminarUn beso!
No sé cómo, pero tus comentarios siempre me sacan una sonrisa.
EliminarMil gracias.
¡Besos!