Aquella tarde de
verano
tú no me diste un
beso,
sino que venciste los
miedos
y te lanzaste al
vacío.
Yo tampoco te besé;
yo cogí mi vida
y la dejé en tus
manos.
Y aquí estamos,
yo a punto de
quebrarme
y tú buscando
sonrisas en la calle,
para cosérmelas a los
labios.
Aquella tarde de
verano
nos dimos las manos
y sin hablar,
pactamos
nunca dejarnos caer;
y aquí estamos los
dos,
rotos;
juntando los pedazos
del otro,
para verle feliz otra
vez.
Aquella tarde de
verano
me miraste a los ojos
y me desnudaste el
alma;
te metiste dentro.
Por favor,
No salgas nunca de
aquí.
Quédate mil veranos,
cógeme de la mano
y dime que todo,
saldrá bien.
Acaríciame los defectos
y hazlos tuyos,
para que los abrace
cuando te eche de
menos.
Haz conmigo tu verano
mírame,
que saldrá el sol.
Solo quédate,
vida mía,
y sálvame
como aquella tarde de
verano.
Hola :3
ResponderEliminarMe ha encantado el poema, me has hecho querer volver a aquella tarde de verano que no viví.
Besos
¡Muchísimas gracias cielo!
EliminarUn besazo
"Acaríciame los defectos." Me encanta.
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