Estoy asomada en la ventana de un séptimo piso,
me falta el aire, me sobra el miedo.
Veo pasar uno a uno cada robot del sistema,
llegan tarde a sus empleos,
miran el reloj mientras agarran fuerte su maletín
lleno de dinero,
o la mano de sus hijos.
Son las ocho,
está amaneciendo,
el revuelo de coches,
de motos,
de bicicletas.
El revuelo de gente y no de personas,
me asusta.
Me inclino ligeramente,
los cierzos están floreciendo,
ya nadie rimará sobre ellos,
porqué están demasiado ocupados
contando dinero,
contando los días,
atados a un calendario.
Ya nadie habla de sentimientos,
sino es en el muro de cualquier red social,
para que tus mil y pico "amigos" vean
lo cuán interesante eres,
lo cuánto sientes.
Está amaneciendo y a nadie parece importarle,
llegan tarde.
Llegan demasiado tarde,
no tiene ni un momento para pararse a respirar
una bocanada de aire fresco,
y no contaminado
por su consumista
y vacía existencia.
Y seguirán caminando,
con la mirada fija en la puesta de sol
del fondo de pantalla de su móvil
de última generación;
el más caro.
Y besarán con los ojos abierto y de prisa,
no vaya a ser que pierdan tiempo
y lleguen aún más tarde,
todavía más tarde.
Y acarician con las manos manchadas de sangre,
con las manos cansadas de contar billetes,
y cargar bolsas de la compra con compras innecesarias.
Y dicen amar
a ídolos que no conocen,
ignorando bruscamente el abrazo de su madre.
Estoy asomada a la ventana de un séptimo piso,
y el mundo hoy me decepciona tanto que,
preferiría
estar
cayendo.
lo cuán interesante eres,
lo cuánto sientes.
Está amaneciendo y a nadie parece importarle,
llegan tarde.
Llegan demasiado tarde,
no tiene ni un momento para pararse a respirar
una bocanada de aire fresco,
y no contaminado
por su consumista
y vacía existencia.
Y seguirán caminando,
con la mirada fija en la puesta de sol
del fondo de pantalla de su móvil
de última generación;
el más caro.
Y besarán con los ojos abierto y de prisa,
no vaya a ser que pierdan tiempo
y lleguen aún más tarde,
todavía más tarde.
Y acarician con las manos manchadas de sangre,
con las manos cansadas de contar billetes,
y cargar bolsas de la compra con compras innecesarias.
Y dicen amar
a ídolos que no conocen,
ignorando bruscamente el abrazo de su madre.
Estoy asomada a la ventana de un séptimo piso,
y el mundo hoy me decepciona tanto que,
preferiría
estar
cayendo.
Un poema perfecto, en serio, cuanta razón. UN POEMA DE DIEZ 10
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ResponderEliminarAlicia...♥_♥
ResponderEliminarAlicia...♥_♥
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