En el fantasma de tu voz, quise encerrarme. Cómo un preso que no conoce vida más allá de los barrotes de su celda, y la ama.
De mis ojos cristalinos,
tus pestañas llenas de deseos,
y tu boca, de mil y un atardeceres.
Allí, perdería la vida,
dejaría mi cuerpo caer en cualquier precipicio,
solo para ver como llevas flores a mi tumba cada primero de noviembre.
No recuerdo haberte visto llorar nunca,
eres demasiado duro para eso.
Tal vez tu no imaginas deshecha en lágrimas,
tal vez ni siquiera me imagines,
porque estoy demasiado lejos y soy demasiado imbécil para formar parte de tu vida.
Me gustaría huir contigo, huir de mí, dejar tirado en cualquier estación esta sensación de no tenerte,
abrazarte, escribirte poemas en papeles gastados.
Ver tu culo recorrer mi pasillo,
ver tu pelo moviéndose al ritmo de mi voz.
Ver cómo soplas un diente de león pronunciando mi nombre en silencio,
y cómo llego a ti por detrás, te tapo los ojos y te beso.
Solo quiero eso, ver luna crecer a tu lado noche tras noche, y el invierno aumentar día tras día.
Sentir el hielo de mis costillas derritiéndose con tu contacto.
¿Crees que no estaría dispuesta a perder la vida por todo esto?
La estoy perdiendo, ahora mismo, mientras te escribo, o mismo anoche, mientras lloraba tu ausencia en mi almohada.
El verano se me hace invierno sin ti, corazón. La distancia se me hace horca, los recuerdos se me hacen pistola en la sien, amenazándome ; o te olvido o me olvido a mi misma.
Hagamos un trato, cerraré los ojos y tu vendrás a despertarme.
Despiértame de esta pesadilla y vuelve a mí.
Vuelve a ser el momento feliz de mi triste existencia, el acorde de primavera entre tanto sinsentido.
Te estaré esperando con los brazos abiertos, los ojos secos y una promesa.
Por favor; vuelve.
De mis ojos cristalinos,
tus pestañas llenas de deseos,
y tu boca, de mil y un atardeceres.
Allí, perdería la vida,
dejaría mi cuerpo caer en cualquier precipicio,
solo para ver como llevas flores a mi tumba cada primero de noviembre.
No recuerdo haberte visto llorar nunca,
eres demasiado duro para eso.
Tal vez tu no imaginas deshecha en lágrimas,
tal vez ni siquiera me imagines,
porque estoy demasiado lejos y soy demasiado imbécil para formar parte de tu vida.
Me gustaría huir contigo, huir de mí, dejar tirado en cualquier estación esta sensación de no tenerte,
abrazarte, escribirte poemas en papeles gastados.
Ver tu culo recorrer mi pasillo,
ver tu pelo moviéndose al ritmo de mi voz.
Ver cómo soplas un diente de león pronunciando mi nombre en silencio,
y cómo llego a ti por detrás, te tapo los ojos y te beso.
Solo quiero eso, ver luna crecer a tu lado noche tras noche, y el invierno aumentar día tras día.
Sentir el hielo de mis costillas derritiéndose con tu contacto.
¿Crees que no estaría dispuesta a perder la vida por todo esto?
La estoy perdiendo, ahora mismo, mientras te escribo, o mismo anoche, mientras lloraba tu ausencia en mi almohada.
El verano se me hace invierno sin ti, corazón. La distancia se me hace horca, los recuerdos se me hacen pistola en la sien, amenazándome ; o te olvido o me olvido a mi misma.
Hagamos un trato, cerraré los ojos y tu vendrás a despertarme.
Despiértame de esta pesadilla y vuelve a mí.
Vuelve a ser el momento feliz de mi triste existencia, el acorde de primavera entre tanto sinsentido.
Te estaré esperando con los brazos abiertos, los ojos secos y una promesa.
Por favor; vuelve.