Y tanto amé tus andares,
tanto deseaba tu existencia,
que caminé por la arena que aún tenía tus huellas,
y de seguirte me convertí en sombra,
proyectada por la luz de tu esencia,
y siendo sombra,
nada más que eso,
viví obligado a seguirte,
hasta que se hizo de noche,
y cuando se fue el sol,
podría dejar de ser sombra,
por que sin luz, no habría forma de argumentar mi presencia,
a menos que sonrieses.
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