Hola. Quiero que sepas que me siento morir. Me duele, pero decido ocultarlo y pretendo vivir. Me lavo la cara y casi consigo borrar la tristeza de mi rostro.
Me mezo al abandono de la soledad en penumbra. Y me olvido de tus ojos solo cuando pierdo la memoria. Mi sonrisa es ese castillo de naipes que se mantiene intacto hasta que el viento lo derrumba, es bello pero tan falso. Mi mente me juega malas pasadas, a veces te sueño y observo tu mirada, bailamos juntos bajo la luna de plata.
En estos momentos hasta ella parece una farsa, brillando en el cielo, cuando en mi vida ya nada brilla.
Ya no puedo escuchar mi melodía favorita porque me estoy olvidando de tu dulce voz.
Quien soy ya no lo recuerdo.
La amnesia me carcome por dentro. Destruye incluso mis bellos pensamientos. Y me hace llorar.
Mi vida ahora es un duro misterio, la cruda realidad es que no soy nadie, porque dicen que un hombre es su pasado, su presente y su futuro. No tengo pasado, aborrezco mi presente y ya creo que no habrá un futuro.
He hecho mil cosas mal. He buscado en miradas crueles el amor de verdad y ahora lo estoy pagando.
Con el olvido, con el saber que no hay otro camino que enterrar el ayer.
Estoy perdida en mis propios deseos, ya no hay límite entre la mentira y la verdad. Estoy en el mundo en el que todo se confunde, todo se entremezcla y acabo cayendo en la insensibilidad. En la vacuedad de un corazón sin amar.
La vida no es una película, no tengo un mando con el que pararla o empezar de cero, no puedo volver a ver las mejores partes o omitir el dolor.
Soy una fantasía de mi propia loca mente.
Soy aquella rosa que se secó sobre la faz del Adiós.
Y cuyos pétalos rojos no queda ni el mínimo rastro, esa que ha perdido su dulce olor.
Debo dejar de pensar que has existido Amor de mi vida, debo escuchar tu lejano alarido, tu lamento perdido a lo lejos, suplicándome que vuelvas. La verdad es que estoy sola. Nadie me añora ni me busca. Nadie me encuentra cuando estoy perdida.
Quiero oír las palabras Te quiero en mi oído. Quiero oír también Estoy contigo. Y una mano franca rodeando mi fragilidad. Derritiendo la infelicidad.
Llenando ese vaso completamente vacío que es mi vida hasta la mitad.
Haciéndome creer que existo.
Quiero que liberes de la jaula mi presencia. Que la dejes volar con total indiferencia. Ya no tengo voz para decir adiós.
Choqué con la distancia, le supliqué que se retirase y me dejara tocarte...
Los latidos de mi corazón eran la más bella armonía, le daban ritmo a la canción de mi vida. Pero he perdido el corazón, los sentimientos, la razón...
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