"Recordaba cuando estaba
esperando a que salieran por la puerta. Movía la pierna con señal de
impaciencia sentada en la butaca azul del hospital.
Ahora la gente me mira y se aleja
de mí. Al principio me preguntaba por qué, pero después desistí al ver que no
encontraba ninguna respuesta en aquellas miradas.
Realmente, no encontraba
respuestas en ningún sitio. Algunos valientes incluso evitan mirarme, como si
por mis ojos se fueran a contagiar de lo que Dios quiso que tuviera.
Probablemente no lo saben. No saben o que duele que te marginen sin más, sin
pensar en cómo debe doler el pudrirse por dentro. Sin ni siquiera poder hacer
algo para evitarlo.

Ahora, tumbada sobre ese pequeño
trozo de colchón, ni siquiera puedo confiar en lo que mis padres me dicen. Hace
semanas que nadie me da un beso, que nadie me acaricia y que nadie me sonríe.
Todos me escrutan desconfiados, como si los fuera a traicionar. Y yo solo
quiero saber qué ocurre a mi alrededor. Qué ocurre en mí.
Cada día estoy más débil y no sé
si podré aguantar en la ignorancia. Gritar por saber las respuestas ya no me
conviene. Hay días en los que me cuesta articular las palabras. Es duro,
radical. Pese a que sea progresivo es frustrante ver cómo empeoras. Y ver que a
nadie más le importa salvo a ti. Y mientras preguntas y preguntas, te
cuestionas a ti mismo. Y ni un gesto te da la respuesta. Me peleo conmigo misma
y con mi mente, que me convence de que todos me mienten.
Y no es agradable ver cómo las
personas se asustan de ti y no de la enfermedad. Cómo se preocupan más de otras
cosas que de su propia seguridad. Es horrible para mí, provoca en mi corazón
sollozos.
Lo peor de todo es el lugar.
Estamos todos agolpados sin posibilidad de salir. He visto muertos. Muchos,
demasiados. Cada día perdemos más y más esperanza. No consigo conciliar el
sueño escuchando los quejidos de todos los que están a mi alrededor. Y si duermo
no tengo más que pesadillas en las que actúan como protagonistas los recuerdos
almacenados en mi memoria.

No sé, a veces me da por pensar,
de esas veces en las que siento que voy a morir. En las que me da la sensación
de que mi corazón se va a parar, y creo que ese es mi temor. Saber que son mis
últimos instantes y no tener oportunidad de seguir luchando.
Pienso en todos los sueños que
alguna vez tuve. Yo solía pensar en el día en el día en el que me graduaría, el
día en que me casaría y mil cosas más que no puedo escribir. Ahora no tengo
esperanza de llegar a terminar este día.
Algo me oprime, algo me hiela, mi
sangre se condensa y mi alma vue"
Palabras tristes muy bien narradas... gracias por compartirlo¡¡¡nos leemos¡¡
ResponderEliminar¡Muchas gracias a ti por leernos!
Eliminar¡Esto se merece una continuación! Pero que bien escribes♥
ResponderEliminar¡Muchas graciaas! En breves subiré otra entrada, e intentaré que sea algo "diferente".
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